El municipio de Huamantla vive un vacío de poder, porque su alcalde reeleccionista, Salvador Santos Cedillo, anda más preocupado en su seguridad personal y de su familia, así como, presuntamente, en administrar y ampliar su patrimonio, que en el bienestar de sus paisanos. En el imaginario social prevalece que solo le interesa terminar de llenar sus alforjas.
Al edil emanado del PVEM no se le ve ni en el palacio municipal y mucho menos, en los actos públicos locales; en los cinco meses de su segundo mandato, se la ha pasado gobernando, prácticamente, a control remoto, solo a través de sus testaferros y personeros. Se fue a España a la Fitur, allá nadie lo molestó.
Las sesiones de cabildo son casi inexistentes, su presencia en la administración ya es anecdótica, mientras, las deficiencias en los servicios públicos y la impunidad, con la creciente delincuencia, son la constante.
Asesinatos, venta de drogas, robos a comercios, hurtos a casa-habitación, el incremento de riñas, ajuste de cuentas, son hechos de todos los días; la respuesta municipal es el silencio, la compra de conciencias y el negocio millonario que deja, por ejemplo, la renta mensual de 10 patrullas.
El aseguramiento del hermano del presidente, Jorge David N, como presunto responsable del secuestro y posterior asesinato de un empresario huamantleco, y el tufo de la presunta omisión o participación de éste en esos hechos, así como las denuncias penales por malversación de fondos, serían los motivos para ejercer el poder desde un bunker.
Sin embargo, esa conducta dista de lo que ocurre en sus alforjas. Desde que administra dicha Comuna, son cerca de 100 millones de pesos los observados por el OFS como irregularidades financieras, aunque, el daño patrimonial “solo” ha sido fincado por 43 millones 469 mil 440.24 pesos.
La presunta compra de propiedades, como el hotel Cielo Malinche, terrenos, casas o la puesta en marcha de comercios como las franquicias de Farmacia del Ahorro, Perro Café o McCarthy’s Irish Pub, develarían las prioridades y objetivos del edil huamantleco del PVEM, quien tiene sumido al municipio en un vacío de poder que contrasta con sus alforjas llenas.
Mientras, en el PVEM se alistan a tener un nuevo dirigente. El becerro de oro, Mariano González Aguirre, llegaría a pastorear a los ecologistas. Los timoratos activos de ese partido se tardaron en elegir; no deberían olvidar que a los tibios hasta los vomita Dios.