Algunos feminicidios registrados en el país corresponden a personas que han sido torturadas y violadas realmente durante la filmación de pornografía posteriormente vendida a consumidores o puteros, aseveró el académico Emilio Maus Ratz.
El también director de la maestría de Derechos Humanos de la Universidad Panamericana, exdirector del Programa contra la Trata de Personas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y encargado de la elaboración de diversos diagnósticos sobre la situación de la trata de personas en México, urgió a romper la tendencia masculina al egoísmo y obligar al varón a respetar y a entender al otro.
El especialista participó en la Jornada Diálogos para Fortalecer la Prevención de la Trata de Mujeres y Niñas con Fines de Explotación Sexual en Tlaxcala, con la ponencia “Retos de la masculinidad ante la trata de mujeres y niñas y la pornografía”, a invitación del Centro “Fray Julián Garcés” Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C., en el marco de la campaña “16 días de activismo contra la violencia de género”.
Expuso que en México 357 mil mujeres son forzadas a prostituirse o declaran haber sido víctimas de este hecho, según datos de 2013 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía; mientras que con estadísticas de 2020 muestra que 16 mil niños y niñas son esclavizados para explotación sexual.
“Cómo es posible que tantas mujeres puedan llegar a ser obligadas, qué hay detrás cuál es la fuerza que está motivando o que está impulsando a este monstruo devorador que les está destrozando la vida”.
Asimismo, refiere que con base en Walk Free Foundation, 376 mil personas en este país son sujetas a algún tipo de esclavitud moderna, sin incluir la explotación sexual.
Resaltó que México es lugar de origen, tránsito y destino de víctimas de este delito. Las estadísticas del Inegi de la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2017) indican que 2.8 por ciento de las mujeres de 15 y más años han sufrido un intento de violación o lo han sido, agregó.
Un año previo a dicha encuesta, 2.7 por ciento de la población femenina en México, “es decir 1.3 millones, fueron atacadas o agredidas con cuchillo, navaja o arma de fuego”.
Maus Ratz explicó las categorías de pornografía, muchas veces es realizada con escenas verídicas, como la ‘snof’, caracterizada por ser violenta y por documentar filmográficamente una violación, tortura y, en ocasiones, un asesinato real, pues hay quienes se excitan al ver el sufrimiento de otra persona, algunas ocasiones en orgías, con el fin de estimular este tipo de impulsos sexuales “de lo más bajo”.
Se trata de videos “no recreados artificialmente sino grabaciones de, muchas veces, una muerte violenta, realizadas únicamente con el propósito de la película”.
Por ello acentuó que se atreve a afirmar que “algunos de los feminicidios que se han presentado en nuestro país”, corresponden a personas que han sido sodomisadas, abusadas, torturadas y posteriormente asesinadas, como parte de un esquema de producción de materiales de este tipo.
Detalló que el cliente-explotador es el responsable del problema de trata y en este rol se puede encontrar a cualquier persona: pedófilos, hombres en tránsito (choferes, trabajadores estacionales, asistentes a congresos, turistas sexuales, militares) explotadores, oportunistas, proxenetas, y tratantes, entre otros; y frecuentemente a policías, agentes migratorios, alcaldes, narcotraficantes y empresarios.
Realzó que el consumidor se siente autorizado a obtener sexo de la mujer con la que él quiera, como una forma de hipersexualización; aunque apuntó que hay ocasiones en las que el varón demanda relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, pero es en una proporción menor.
“Hay todo un ecosistema en torno a la explotación”, subrayó al señalar que a pesar de estar prohibido desde 2012 por la Ley de Trata, hay mensajes publicitarios de masajes y otros servicios para adultos, los cuales aún circulan en medios de comunicación del país, “pero todo mundo sabemos que se trata de venta de mujeres, etcétera… por principio debería sancionarse esta difusión”.
El Estado mexicano tiene una obligación que deriva del Protocolo de Palermo para adoptar medidas legislativas o de otra índole, tales como educativas, sociales y culturales, o reforzar las ya existentes, recurriendo en particular a la cooperación bilateral y multilateral, a fin de desalentar la demanda que propicia cualquier forma de explotación conducente o la trata de personas, especialmente mujeres, niñas y niños.
Sin embargo, destacó que en algunos contextos de México aún es una práctica que los padres llevan a sus hijos varones a un prostíbulo a iniciar su vida sexual, por lo que remarcó que esto debe ser erradicado, pues también es causa de daño o trauma al adolescente.
“Pareciera que estamos, un poquito, perdiendo la batalla cultural contra la pornografía, antes a la gente le daba vergüenza, para que un adolescente tuviera acceso tenía que convencer a un familiar o amigo, era bastante limitado, muchas veces lo bateaban en el puesto (de revistas); hoy día se ha vuelto accesible y ha cambiado la percepción cultural hacia este este fenómeno, pues quien lo rechaza es visto como mojigato”.
Con el paso del tiempo se ha vuelto socialmente aceptada y se ha convertido en una industria multimillonaria que ha invertido mucho dinero para que sea consentida en distintos ambientes sociales, pese a que es un asunto de daño hacia otra persona y a que promueve la violación, además de que en infantes promueve la promiscuidad y provoca problemas de disfunción eréctil en clientes, enfatizó.
Existen estudios que indican que aproximadamente la mitad de víctimas de trata han sido utilizadas para producir pornografía y que 80 por ciento de clientes o puteros, pide actuar lo que ven en material con contenido depravado, mencionó.
Realzó que otro fenómeno “especialmente preocupante” es el llamado ‘child-on-child sex abuse’, es decir, el abuso sexual cometido por niños en contra de otros niños, pues ha habido casos de varones menores de 13 años que violan a una niña de nueve, por comportamientos aprendidos en la pornografía.
Emilio Maus refirió que el machismo es un tema de lo más violento y denigrante; incluso, agregó que la incidencia entre consumo de pornografía y trabajo se refleja en que los varones que consultan ese tipo de contenido son más propensos a mirar lascivamente a sus compañeras y a hacer comentarios incómodos y de contenido sexual.
Procuradores e impartidores de justicia del lado del explotador
“Muchas veces el agente del Ministerio Público, más que nada el abogado, pregunta a la víctima, por qué no corrió, gritó o pidió ayuda; pero los psicólogos identifican que ante una agresión hay como tres respuestas posibles: petrificarse, huir o pelear, y es una realidad que con mucha frecuencia la reacción es de paralización que impide gritar y pedir ayuda, es importante no interpretarla como consentimiento“.
Expuso que hay jueces que avalan al explotador o al violador y se ponen de su lado. Añadió que hay procuradores o impartidores de justicia “muchas veces son clientes y en ocasiones este consumo se traduce en sus decisiones o sentencias”.
El especialista cuestionó que hay casos en los que estos servidores públicos afirman que la versión de una mujer víctima de violación es un invento o una mentira.
Refirió que es difícil comprobar la complicidad o empatía del juez con el agresor y lo dejó libre, por lo que recomendó aplicar el “castigo social” al funcionario, con su exposición en medios de comunicación y redes sociales.
“Si se encuentran a un juez en un prostíbulo o viendo pornografía, exhíbanlo; es como poner al lobo a cuidar al rebaño, no se puede poner a un putero a cuidar a las víctimas porque va a defender al proxeneta o explotador”.
Hay un problema de diseño institucional, porque los criterios para ser juzgador es saber derecho y no haber sido condenado por delitos que merezcan pena privativa de la libertad, “pero dónde queda la idoneidad desde el punto de vista ético, esa no existe y hay que exigirla”, recalcó el académico.
Por otra parte, recordó que hace tres años recordó que coincidió con la titular de la Fiscalía de Trata de Tlaxcala y le preguntó cuántos agentes tenía a su cargo, pero la funcionaria le contestó que solo ella era la única.
“No sé si eso haya cambiado, yo espero que sí; porque cuando se carece de personal suficiente para atender los casos, se filtra información que llega a quienes no debe, pues se tiene que pedir colaboración a otras instancias, con lo cual también se pierde tiempo”.
El objetivo de la campaña del “Centro Fray Julián Garcés” es reflexionar desde la construcción de masculinidades no violentas las posibilidades de fortalecer la prevención del delito de trata.



