Guillain–Barré se transmite, entre otros factores, por el consumo de carne de aves de corral cruda o poco cocida, leche contaminada sin pasteurizar o fuentes ambientales basadas en el agua para consumo humano.
En el caso de Tlaxcala el agua se ha relacionado con enfermedades renales, pero no hay suficiente evidencia al respecto. Algunos investigadores médicos sostienen que el problema es una consecuencia de la hipertensión.
Debido a que Tlaxcala es la entidad que registra el mayor número de casos confirmados y sospechosos de “Parálisis Flácida Aguda”, así como una mayor cantidad de muertes, se ha puesto atención en el consumo de pollo.
Ante lo que se define como epidemia geográficamente localizada, investigadores médicos se han desplazado para analizar el tema y, sin resultados conclusivos, consideran que existe una relación causal entre el consumo de agua contaminada y el Guillain–Barré.
Hipotéticamente parece que el agua para consumo humano y el líquido usado para el riego de productos agrícolas, especialmente legumbres y verduras, puede contener las bacterias que provocan el trastorno.
Las autoridades de salud y agua no han tocado el tema. Deben diseñar e implementar una amplia campaña de promoción y prevención para que quienes habitan en todo el estado procedan a realizar prácticas sencillas para disminuir el impacto.
Hervir el agua para consumo humano, o en su caso solamente ingerir agua purificada. Consumir frutas y verduras cocidas, y en el caso de las legumbres, lavarlas y sumergirla durante un buen tiempo en agua purificada y solución bacteriológica.
Ahora que Sesa se ha achicado al traspasar los servicios de atención médica al IMSS–Bienestar, debería ampliar sus tareas de promoción y prevención de la salud. Ya que resulta más importante y barato prevenir que lamentar.
Solo que el secretario de Salud está como ido.