Uno de los conceptos más generalizados en épocas de campaña son los “cuartos de guerra” –War Room– que son los especialistas que se reúnen con un aspirante o candidato para “proporcionar inteligencia” a la toma de decisiones.
Las condiciones de la competencia por el Poder Ejecutivo local lleva a que en Tlaxcala se formen cuando menos cinco de estos grupos, en razón de que cada vez es más factible que se registren cinco candidatos.
Casi todos han regresado a la idea de que es “necesario sacar al PRI de Palacio de Gobierno” al considerar que se dan las condiciones: No hay crecimiento, una inconformidad creciente y una opinión pública en contra.
Están convencidos de que es posible repetir la experiencia de 1998 y 2004, solo que olvidan que la coyuntura electoral se produce por la alineación de tres condiciones: 1) ruptura en el PRI; 2) aceptación de un partido pequeño; y 3) colonización de un partido con registro nacional.
La primera se produce cuando un líder político con carrera reconocida en el PRI provoca, a partir del proceso de selección interna, una ruptura llevándose a una masa importante de militantes que se convierten en activistas electorales.
La segunda es que un partido pequeño acepte inmediatamente ese liderazgo y le entregue el boleto de entrada a la contienda, así ocurrió con Centro Democrático y Verde Ecologista de México en 1998 y con Justicia Social en 2004.
La tercera es que el grupo rupturista y su partido pequeño convenzan a un partido grande con registro nacional, para que le abra sus puertas y lo convierta en candidato, convenciendo a su militancia de aceptarlo como la gran oportunidad.
Hoy no se visualiza ruptura en el PRI, los líderes priistas ya están en los partidos de oposición y todos tienen en posesión o propiedad un partido pequeño. Lo que hace que los cuartos de guerra diseñen su estrategia basados en cadenas de oración para ver si logran un milagro.