Las equivocadas decisiones que toman las autoridades que se visten de imposición y arrogancia, por mucho que pregonen democracia y pluralidad, irremediablemente encontrarán golpes de realidad que harán evidentes los yerros que, desgraciadamente, impactan negativamente en toda la población, en la necesaria garantía del Estado de derecho y la observancia de los derechos humanos.
Los golpes de realidad también deberían tocar a la conciencia ciudadana y despertar su capacidad crítica, para exigir transparencia, rendición de cuentas y resultados. Por citar sólo alguno de los hechos delictivos que se están convirtiendo en cotidianos en el estado, la aparición de comandos armados delinquiendo y atacando puntos de reunión como las taquerías o locales de convivencia, se ha convertido en un modus operandi que siembran incertidumbre, desconfianza y preocupación.
Tlaxcala no se merece semejantes golpes de realidad y mucho menos merece a funcionarios de primer nivel soberbios que pretenden dar línea y marcar la agenda pública para evadir responsabilidad, sobre todo porque, quizá, mucha de esta indiferencia tenga que ver con que no existen lazos con el territorio, porque no hay historias de vida, afectos y sueños cobijados por “el sol que corona el Matlalcuéyetl”.
Tlaxcala merece condiciones de seguridad y necesita que se detenga a quien delinque y reciba sanción. Tlaxcala requiere una mejor toma de decisiones públicas en materia de seguridad pública, merece, requiere y exige autoridades municipales y estatales de excelencia que no se rindan ante la frivolidad y la simulación, que caminen por las calles y pulsen lo que todos los días sentimos y percibimos, que salgan de su blindaje y enfrenten esos golpes de realidad de la que son responsables.
Al margen: En 1813, José María Morelos y Pavón escribió los Sentimientos de la Nación, cuyo numeral 15 proscribe la esclavitud y la distinción de castas “quedando todos iguales y sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud”. Esta distinción entre el vicio y la virtud ha quedado de manifiesto en el proceso de imposición de la presidenta de la CNDH y da pauta para decir que el heredar un apellido no basta para demostrar capacidad, trabajo, honradez. ¿Cuál es el mérito de nacer y pertenecer a una casta de poder o a un linaje privilegiado? Exacto, ninguno.