La promesa de democratizar el sistema judicial en Tlaxcala terminó por convertirse en una parodia institucional, un espectáculo que desde el discurso celebra la libertad del pueblo para elegir a sus jueces y magistrados, pero que en los hechos consumará un fraude electoral judicial, orquestado desde el mismo aparato que juró combatir al viejo régimen.
El proceso en curso para definir los nuevos rostros de los tribunales Superior de Justicia, de Justicia Administrativa, de Conciliación y Arbitraje, y del naciente sistema de Enjuiciamiento y Disciplina Judicial, lejos de representar un avance democrático, simboliza el triunfo de la simulación, del control faccioso y de la colonización del Poder Judicial por parte de Morena y el gobierno.
De los 144 aspirantes avalados por el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones, destacan nombres con clara afinidad política, excandidatos a diversos cargos, exfuncionarios, actores partidistas reciclados y actuales juzgadores que buscan su ratificación sin evaluación ciudadana de su desempeño.
Está claro que este proceso se legisló no con visión de Estado, sino con el hígado y la ambición, porque lo que se busca es un cuerpo de jueces obedientes, militantes togados que respondan no a la ley, sino a la voluntad del poder en turno.
Así, este martes arranca el periodo de campañas de los 144 aspirantes, pero desde ahora, con pintas de bardas con los colores de Morena, con la inscripción inédita de observadores, en su mayoría personas ligadas a diputados y funcionarios estatales, les puedo adelantar que el resultado será una profunda erosión de la confianza ciudadana en la imparcialidad de la justicia y, probablemente, una jornada electoral con alto abstencionismo y nula legitimidad, pero un efectivo fraude electoral por el dedo impositor del poder.
Ese mismo esquema del fraude electoral y el dedo impositor se repetirá en la elección de la presidencia y Consejo Cconsultivo de la CEDH; desde ahora le puedo adelantar que es casi segura la ratificación en la presidencia de Jakqueline Ordoñez Brasdefer; su sumisión y proclividad a favor del Ejecutivo son sus mejores cartas para la continuidad de un organismo cooptado por el poder.
Mientras, Tlaxcala sigue ardiendo. Una mujer asesinada; intento de linchamiento de una triada de presuntos delincuentes; policías golpeados, un cuerpo embolsado y un incendio, con extrema violencia, provocado a un negocio en Apizaco, son la realidad de la estrategia fallida en el que se presume el estado más seguro del país.