Envejecimiento o longevidad. En 1970, la esperanza de vida al nacer era de 60 años. En 2024 es de 75 años. Se vive más tiempo, pero no estamos sanos más tiempo porque el envejecimiento se ha medicalizado.
Las políticas públicas de atención y los procesos de formación profesional se orientan hacia el envejecimiento patológico; ni siquiera al envejecimiento activo y saludable y mucho menos a la longevidad saludable.
Hace días se viralizó que la licenciatura en Desarrollo Comunitario para el Envejecimiento de la UNAM alcanza seis registros y ninguno ingresa. ¿Ello significa que deben cerrarse las carreras que atienden a las personas mayores?
El problema es la mirada que se tiene del envejecimiento, solo como una forma de decadencia. Pero si las personas alcanzan los 60 años, vivirán cuando menos 15 años más. Si se vive más tiempo, se necesita estar sano más tiempo.
Para lograr la construcción de una sociedad longeva saludable, se requiere de formar profesionales que dejen de centrar el conocimiento y la intervención en las pérdidas, las disfunciones y las discapacidades.
Los 60 años son un tiempo de reconstrucción de proyectos de vida y no de preparación para la muerte. La atención a las personas mayores tiene que cambiar de enfoque. Para ese futuro se requiere preparar hoy a esos profesionales.
En 2023, se entrevistó a 21 mil personas mayores; los encuestados coincidieron en gran medida en la importancia de tener un propósito y un compromiso significativo con la sociedad a medida que envejecen.
Resulta un contrasentido que una sociedad que envejece deje de preparar a los profesionales para la atención a esa población. Que opte por llenar a las personas mayores de medicamentos y dependencia, que los empobrece más como personas y familias.