En las nubes, la NUMET. Cuando se pregunta a maestras y maestros de educación preescolar y primaria sobre la capacitación para implementar el Nuevo Modelo Educativo Tlaxcalteca (NUMET), la respuesta más común es: “están en las nubes”.
Para el magisterio de educación básica, no hay gran diferencia entre los acrónimos NEM y NUMET; en la práctica, ambos significan lo mismo: la Nueva Escuela Mexicana. Pero más allá de las siglas, la brecha entre teoría y práctica sigue siendo abismal.
Desde siempre, el magisterio ha marcado una distancia entre normalistas y universitarios, como la hay entre maestros rurales y urbanos, o entre quienes se formaron en la experiencia y quienes lo hicieron en las aulas de las escuelas normales.
Esta diferencia no es menor y se traduce en una pregunta recurrente: ¿es más importante saber qué se enseña o saber cómo enseñar? La respuesta es que ambos son importantes e indisolubles.
Pero esa misma duda se refleja en los cursos, seminarios y talleres de capacitación. Docentes de educación básica coinciden en que quienes imparten estas sesiones suelen estar desconectados de la realidad del aula: “se nota que nunca han trabajado con niñas y niños”, dicen. La teoría abunda, pero falta aterrizarla.
El reto es claro: ¿Cómo atender la diversidad, las diferencias y las interseccionalidades del alumnado? Esa es la pregunta que necesita respuesta. Ante la falta de soluciones prácticas, los maestros recurren a lo que siempre ha funcionado: apoyarse entre ellos.
Esta desconexión entre la educación básica y la educación superior es histórica. La implementación de la Nueva Escuela Mexicana no puede depender solo de teorías; requiere modelos y prácticas probadas en contextos reales.
No basta con discursos innovadores o buenas intenciones. Hace falta compromiso, estrategias efectivas y conocimiento de campo. Es momento de tocar tierra. Hay que dejar las nubes.