Domingo, febrero 16, 2025

En el rincón más bullicioso del tianguis

En el rincón más bullicioso del tianguis de Tlaxcala, bajo el techo improvisado que cubre chiles secos y hierbas medicinales, se reúnen cada sábado Teutila, Sábila, Jicoténcal, Margarito y Tránsito.

Esta familia tlaxcalteca, que bien podría ser una caricatura de la sociedad misma, decide reinterpretar la encíclica Rerum Novarum, desde su propia trinchera. Así surge su propia versión: Rerum Novarum Tlaxcalteca, una crítica mordaz y, por momentos, hilarante, sobre la pobreza y las políticas sociales del estado.

Del hambre como virtud

Teutila comienza la reunión con su usual filosofía: El hambre en Tlaxcala no es carencia, es resistencia. Con una sonrisa irónica, describe cómo los programas sociales del estado se parecen a los tamales de feria: grandes por fuera, vacíos por dentro.

Entre risas y miradas cómplices, añade que, al parecer, el Estado ha convertido la precariedad en un estilo de vida. Recuerda aquel programa llamado “Tlaxcala sin hambre”, que, según ella, debió cambiar su lema a “Tlaxcala sin presupuesto”.

Inspirada en Rerum Novarum, Teutila parafrasea: Dios dio la tierra a todos los hombres, pero parece que en Tlaxcala la dividieron en parcelas tan pequeñas que ni el nopal cabe.

Y mientras los demás ríen, señala cómo las promesas de desarrollo económico son recicladas cada elección, como los puestos del tianguis. Entre bromas y verdades, concluye que las soluciones parecen más un espectáculo que una verdadera intención de cambio.

Política social y el trueque moderno

Sábila, siempre pragmática, se encarga de analizar las cifras. Los políticos prometen progreso, pero aquí seguimos intercambiando calabacitas por tortillas, eso sí, bajo el nombre rimbombante de economía solidaria, dice mientras reparte tacos de barbacoa.

Con su habilidad para hilar datos y experiencias, desmenuza los números de los programas sociales con precisión de cirujano. Señala que los subsidios para el campo se parecen a los milagros: Todos hablan de ellos, pero nadie los ha visto.

Para Sábila, la política social es como un pozole aguado: Se sirve con mucho ruido, pero al final sólo te llena de coraje. Explica que, mientras los políticos cortan listones en ceremonias, las comunidades siguen esperando soluciones reales.

Entre elocuencia y humor, concluye que las políticas parecen diseñadas para perpetuar el problema en lugar de resolverlo.

El neoliberalismo de los nopales

El joven Jicotencal, estudiante de economía y autoproclamado revolucionario, toma la palabra con pasión. Rerum Novarum habla de la injusticia entre ricos y pobres. Aquí en Tlaxcala, ese problema se resuelve eliminando a los ricos. Todos pobres, todos iguales, declara, desatando carcajadas que reflejan tanto incredulidad como aceptación de la realidad.

Jicotencal critica la falta de empleos formales en el estado y cómo el emprendimiento local se reduce a vender memelas en la calle. Propone, con ironía, un plan estatal para exportar tlacoyos como símbolo de resistencia económica.

Entre sus propuestas absurdas y sus comentarios incisivos, señala que el verdadero motor económico de Tlaxcala no está en los grandes proyectos, sino en la lucha diaria de sus habitantes.

Obras públicas y otras ficciones

Margarito es el narrador de anécdotas. En mis tiempos, las carreteras no estaban llenas de baches porque no había carreteras, dice, provocando la risa general que resuena entre las mesas del tianguis.

Su crítica se centra en las obras públicas eternamente inconclusas y las promesas de desarrollo urbano que no trascienden del discurso. Margarito señala que, desde hace décadas, Tlaxcala vive un ciclo eterno de inauguraciones y abandono.

Margarito sugiere: Deberíamos nombrar a Tlaxcala el estado de las inauguraciones, porque siempre están cortando listones, pero nunca terminan proyectos, sugiere y levanta su café como brindis.

Habla también de cómo las calles, mercados y escuelas muestran las huellas de décadas de negligencia. Entre nostalgia y crítica, Margarito concluye que las promesas vacías son el verdadero cemento que mantiene unidas las políticas públicas del estado.

La esperanza, ese lujo tlaxcalteca

Tránsito, el más joven de la familia, cierra las reflexiones con optimismo irónico. Si algo nos ha enseñado la pobreza en Tlaxcala, es a tener paciencia. Si podemos esperar horas por un camión, también podemos esperar décadas por el desarrollo, dice mientras coloca su sombrero de palma. Su tono mezcla juventud y desilusión, una combinación que da en el clavo de la realidad.

Recuerda que, según el último informe estatal, Tlaxcala es ejemplo nacional de resiliencia comunitaria. Claro, porque cuando el gobierno no hace nada, la comunidad tiene que hacer todo, añade con un tono de resignación cómica.

Para Tránsito, la verdadera política social no viene del Estado, sino de la solidaridad entre vecinos. Habla de cómo las comunidades se organizan para mantener sus tradiciones vivas, incluso cuando las políticas públicas parecen conspirar contra ellas.

Rerum Novarum Tlaxcalteca

La Rerum Novarum Tlaxcalteca de esta peculiar familia es un espejo deformado, pero certero de la realidad estatal. Entre risas y críticas, Teutila, Sábila, Jicotencal, Margarito y Tránsito tejen un relato donde la pobreza no es sólo una condición, sino una tradición que Tlaxcala lleva con estoicismo y humor.

En su sátira, recuerdan que detrás de cada política social hay historias humanas, que, en este caso, se escriben bajo los toldos del tianguis. “Tal vez no tenemos riqueza, pero nos sobra creatividad”, concluye Teutila, al tiempo que Sábila ofrece otro taco. Jicotencal sueña con exportar nopales al mundo.

Así, bajo el sol de mediodía, en el corazón del tianguis, la familia tlaxcalteca reafirma su compromiso de sobrevivir, resistir y reír ante cualquier adversidad.

Porque si algo caracteriza a Tlaxcala, es la capacidad de convertir cada crisis en una nueva oportunidad para contar historias llenas de color, sabor y resiliencia.

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