Desde el retumbar de los tambores hasta el aroma del copal que purifica el ambiente, la danza prehispánica sigue viva en el trabajo del grupo Yoatl Guerero, un colectivo que busca rescatar las tradiciones de los pueblos originarios a través del movimiento y la indumentaria ancestral. David Morantes, miembro del grupo, comparte la importancia de esta labor y cómo lo ha transformado personalmente.
Vestidos con pieles y cubiertos de pintura que asemeja lodo negro, los integrantes de Yoatl Guerrero evocan la imagen de los antiguos guerreros de Tlaxcala. “Tratamos de conservar lo prehispánico vistiéndonos de piel y usando la pintura negra como el lodo, así como lo hacían antes para asustar a los rivales”, explica Morantes. La indumentaria es solo una parte del esfuerzo por mantenerse fieles a las raíces indígenas.
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El repertorio dancístico del grupo está inspirado en los antiguos rituales dedicados a la naturaleza. “Las danzas eran hacia la Madre Tierra, el cielo, las cosechas. Conservamos esos rituales porque su significado es hacia los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire”, detalla. Durante las presentaciones, el copal y el sahumerio acompañan el ritmo de los pasos, generando una atmósfera mística que transporta a los espectadores al pasado.
El proyecto fue impulsado por el profesor Daniel Espinosa, quien, preocupado por la pérdida de las tradiciones, decidió fundar el grupo con la misión de preservarlas. Morantes, originario de Cholula, Puebla, conoció el proyecto luego de haber participado en varios grupos de danza folclórica. “Siempre he danzado, y cuando me presentaron este proyecto me atrapó la idea de conservar algo más antiguo”, comenta.
Aunque no es tlaxcalteca de nacimiento, Morantes siente una profunda conexión con la tierra que lo ha acogido. “Las raíces de pertenecer a un estado y que ese estado forme parte de un país tan diverso en culturas es lo que me motiva a representar esto”, expresa. Su experiencia en grupos de danza folclórica le permitió entender las diferencias entre las expresiones dancísticas posteriores a la Conquista y aquellas que buscan preservar lo más auténtico de los pueblos originarios, como es el caso de Tlaxcala, que conservó sus tradiciones durante más tiempo.
Para él, la danza es más que un acto artístico: es una vía para transmitir energía y emociones. “No es solo bailar, es expresar sentimientos. Ser parte de este grupo me ha hecho crecer personalmente”, afirma. Con cada presentación, Yoatl Guerrero busca recordar que la identidad de un pueblo se encuentra en sus costumbres, en su historia y en sus rituales.
El impacto del grupo va más allá de los escenarios tradicionales. Ha colaborado con músicos de distintos géneros, desde rock y rap hasta cumbia. “Hemos grabado con varios grupos y participado en eventos culturales dentro y fuera del estado”, cuenta Morantes, destacando la versatilidad del colectivo para difundir la tradición prehispánica en distintos espacios.
A pesar de los cambios sociales y la modernidad, Morantes está convencido de que el ser humano siempre regresa a sus orígenes. “El salvaguardar las raíces nos acerca a entender de dónde venimos. Saber que nuestros antepasados vestían y danzaban con distintos significados nos motiva a representarlos”, concluye.
Un colectivo que busca rescatar las tradiciones de los pueblos originarios a través del movimiento y la indumentaria ancestral. David Morantes, miembro del grupo, comparte la importancia de esta labor y cómo lo ha transformado personalmente.
Vestidos con pieles y cubiertos de pintura que asemeja lodo negro, los integrantes de Yoatl Guerrero evocan la imagen de los antiguos guerreros de Tlaxcala. “Tratamos de conservar lo prehispánico vistiéndonos de piel y usando la pintura negra como el lodo, así como lo hacían antes para asustar a los rivales”, explica Morantes. La indumentaria es solo una parte del esfuerzo por mantenerse fieles a las raíces indígenas.
El repertorio dancístico del grupo está inspirado en los antiguos rituales dedicados a la naturaleza. “Las danzas eran hacia la Madre Tierra, el cielo, las cosechas. Conservamos esos rituales porque su significado es hacia los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire”, detalla. Durante las presentaciones, el copal y el sahumerio acompañan el ritmo de los pasos, generando una atmósfera mística que transporta a los espectadores al pasado.
El proyecto fue impulsado por el profesor Daniel Espinosa, quien, preocupado por la pérdida de las tradiciones, decidió fundar el grupo con la misión de preservarlas. Morantes, originario de Cholula, Puebla, conoció el proyecto luego de haber participado en varios grupos de danza folclórica. “Siempre he danzado, y cuando me presentaron este proyecto me atrapó la idea de conservar algo más antiguo”, comenta.
Aunque no es tlaxcalteca de nacimiento, Morantes siente una profunda conexión con la tierra que lo ha acogido. “Las raíces de pertenecer a un estado y que ese estado forme parte de un país tan diverso en culturas es lo que me motiva a representar esto”, expresa. Su experiencia en grupos de danza folclórica le permitió entender las diferencias entre las expresiones dancísticas posteriores a la Conquista y aquellas que buscan preservar lo más auténtico de los pueblos originarios, como es el caso de Tlaxcala, que conservó sus tradiciones durante más tiempo.
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Para él, la danza es más que un acto artístico: es una vía para transmitir energía y emociones. “No es solo bailar, es expresar sentimientos. Ser parte de este grupo me ha hecho crecer personalmente”, afirma. Con cada presentación, Yoatl Guerrero busca recordar que la identidad de un pueblo se encuentra en sus costumbres, en su historia y en sus rituales.
El impacto del grupo va más allá de los escenarios tradicionales. Ha colaborado con músicos de distintos géneros, desde rock y rap hasta cumbia. “Hemos grabado con varios grupos y participado en eventos culturales dentro y fuera del estado”, cuenta Morantes, destacando la versatilidad del colectivo para difundir la tradición prehispánica en distintos espacios.
A pesar de los cambios sociales y la modernidad, Morantes está convencido de que el ser humano siempre regresa a sus orígenes. “El salvaguardar las raíces nos acerca a entender de dónde venimos. Saber que nuestros antepasados vestían y danzaban con distintos significados nos motiva a representarlos”, concluye.