Jueves, abril 25, 2024

El poder soy yo

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El poder soy yo, esa parece que es la marca y el derrotero que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros le ha impregnado a los primeros 100 días de su administración. Ella gobierna sola; no necesita de los suyos, porque a los de su gabinete no los logra articular; en pocas palabras, no cuentan y cuando lo hacen, lo hacen muy mal.

También ha tratado de hacer de su gobierno una copia de la administración federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador; aunque ha repartido menos culpas a la mafia del poder, de la cual fue parte, no ha dejado pasar las oportunidades para apuntillar, minimizar y en su caso, coptar, a la oposición.

El pasado 9 de diciembre cumplió Lorena Cuéllar los primeros 100 días de su administración –este lunes dará, por ese motivo, un mensaje a la población– y con ello, seguramente, buscará ensalzar lo hecho en este periodo y develar lo que realizará en las próximas semanas.

Sin duda, hay cosas por destacar. En estos 100 días ha logrado destrabar el problema legal que existía por la Central de Abastos de Tlaxcala, reactivó dos hoteles, ha mejorado el abasto de medicamentos, implementó un nuevo programa de suministro de oxígeno y atención a pacientes Covid–19 y combate frontal a la tala clandestina en La Malinche, entre otros.

Pero en todo ello no se advierte una narrativa de gobierno y comunicación; todo aparece como hechos aislados, sin estructura de efecto, mucho menos como acciones para marcar agenda, pero la constante es que la única heroína es la gobernadora.

En contraparte, los escándalos han mecido a su administración. Ahí están los casos de nombramientos de personajes en su gabinete que, además de carecer de perfiles y preparación académica, pesan sobre ellos imputaciones de corrupción y delitos. Los realizados en la Secretaría de Seguridad Ciudadana o en el Conalep, son ejemplo de ello.

También están las violaciones a los derechos humanos y laborales de miles de trabajadores del gobierno a quienes les han exigido renunciar por adelantado a cambio de lograr o mantener su empleo; el incremento en la percepción ciudadana de los índices de inseguridad. Aunado a ello, se han dilapidado 100 días de gobierno porque no se ve por ningún lado el trabajo para la integración del Plan Estatal de Desarrollo, ni las líneas de acción de este gobierno.

Con todo eso parece que la gobernadora está sola; no logra articular a su gabinete, en donde todos se sienten generales, aunque en los hechos ni a soldados llegan. Con ello, el ejercicio de gobierno ha sido centralista, en una administración en la que, para la gobernadora, el poder “soy yo”.

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