La reforma electoral crea un Frankenstein al reconocer e incorporar a los organismos electorales a la esfera del Instituto Nacional Electoral (INE), lo que determina que la mayor parte de las acciones quede bajo responsabilidad del organismo nacional.
Los consejeros del novísimo Instituto Tlaxcalteca de Elecciones, que sustituye al Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), no parecen darse cuenta de que su tarea se redujo a unas cuantas tareas y no las más importantes.
La elaboración del padrón, la lista nominal, la distritación, la ubicación de las casillas y ahora hasta la capacitación, organización electoral y la fiscalización quedarán en manos de la vocalía ejecutiva del INE.
El Organismo Público Local Electoral (OPLE), que es como la Ley General de Instituciones y Procedimiento Electorales reconoce al ITE, le dejó las labores del registro de candidatos, el conteo de votos y la declaración de validez oficial.
Los integrantes del Consejo General del OPLE–ITE quizá no se han dado cuenta de que sus funciones disminuyeron y consideran que tienen que hacer toda la tarea, como si fueran un INE chiquito y han solicitado recursos financieros para llevar adelante su idea.
La ley determina que a los partidos políticos les tiene que otorgar dinero para que hagan su trabajo y sumando los criterios formales, la cantidad a ser repartida alcanza la cifra de 58 millones 618 mil 185 pesos.
Tomando como referencia los recursos recibidos en elecciones similares y con más tareas, el IET recibe en 2010 la cantidad de 115 millones de pesos, en 2013, cuando sólo se eligen diputados y presidentes municipales, 100.6 millones de pesos, ¿pero ahora?
Acciones como estas muestran que ni uno solo de los consejeros es ciudadano y llegó ahí para hacer la tarea en representación de la sociedad, sino en función de la defensa de intereses de grupo, lo que hace que vean su designación como una patente de corso.