Visibilizar los problemas de las niñas significa poner atención a los diversos problemas que las mujeres vivimos en cada una de las etapas, y cómo éstas impactan en nuestro desarrollo, así como al acceso a nuestros derechos de manera plena. Es necesario continuar haciendo un análisis profundo sobre estas realidades y la falta de protección institucional que se limita muchas veces al acceso a la educación, a pesar de que este espacio no signifique un lugar seguro para todas.
Desde hace 12 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 66/170 para declarar el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña y reconocer los derechos de las mismas y los desafíos únicos a los que enfrentan en todo el mundo, así como velar por el cumplimiento de sus derechos humanos. La visibilización de las problemáticas que enfrentan en la niñez por ser mujeres sigue presentando retos, ya que las discriminaciones por sexo y edad siguen presentando una gran falta de acciones permanentes y dirigidas exclusivamente para esta población.
Por ejemplo, a pesar de que la mayoría de niñas accede a la educación, este derecho no garantiza todos los demás derechos como a la salud, a una vida libre de violencia, a las tecnologías y la ciencia, a la educación sexual integral, a la información, a la igualdad, a la participación social, entre otros; por el contrario, muchas veces el espacio educativo continua siendo una de las formas de mantener los estereotipos, roles y discriminaciones por sexo que permanecen naturalizadas y que mucha población adulta aún tiene resistencias para modificar en su concepción individual, lo que dificulta aún más el avanzar en la garantía plena de sus derechos.
Las problemáticas que viven las niñas (algunas de ellas en aumento), reflejan precisamente la falta de garantía de los derechos de las niñas, ya que parte de la inseguridad que se vive en el estado y en el país, impacta directamente en sus vidas; la desaparición de mujeres es constante, en donde podemos observar que un gran número de fichas de búsqueda pertenecen a mujeres menores de edad y son quienes continúan como no localizadas; o han sido víctimas de otros delitos, y que no se da seguimiento para su atención inmediata.
Por otro lado, a pesar de las exigencias y luchas que se han realizado en todo el país para garantizar el acompañamiento integral a las hijas e hijos de mujeres víctimas de feminicidio, aún no se han tenido avances más allá de lo escrito, pues las reformas que han contemplado garantizar los derechos a niñas, niños y adolescentes por este delito, no se han concretado de ninguna manera, lo que aumenta gravemente los riesgos para su desarrollo pleno.
Del mismo modo, el delito de trata de mujeres y niñas no se ha podido atender integralmente para disminuir el consumo y la cosificación de cuerpos; por el contrario, han ido ganando terreno los discursos de “empoderamiento de la sexualidad” desde edades muy tempranas, normalizando que las niñas, adolescentes y mujeres adopten prácticas e ideologías misóginas al servicio de los hombres y del patriarcado, manteniendo estas graves violaciones a derechos humanos como una constante en la vida de muchas niñas.
No podemos seguir normalizando los embarazos y maternidades infantiles como parte de su desarrollo. Los riesgos que enfrentan aumentan considerablemente al ser obligadas a llevar a término embarazos no deseados o a las uniones tempranas que agravan el problema y que implica tortura sexual; las deudas en este sentido se acumulan y desde las instituciones hay poca disposición de modificar, al anteponer los prejuicios personales sobre el bienestar y la vida de las niñas y adolescentes.
En el contexto actual, en donde no sólo se espera que una mujer al frente del Ejecutivo federal impulse las acciones que den respuesta a estas deudas históricas para las mujeres, sino que la misma presidenta ha declarado que “es tiempo de las mujeres”, existe confianza por parte de un sector de mujeres; para otras, se ha dado el beneficio de la duda; sin embargo, las declaraciones y promesas han sido prácticas de todos los gobiernos, quedando al aire o en letra muerta, que no han alcanzado realmente a la vida de las mujeres y niñas en su vida cotidiana, negando la justicia social y jurídica al ser siempre relegadas a último término en los intereses políticos y presupuestos institucionales.
El negar los derechos plenos a las niñas ha implicado este aumento y permanencia de delitos y violaciones graves a sus derechos, el no profundizar en los problemas que enfrentamos las mujeres desde los primeros años de vida, los cuales se van agravando, limitando a las mujeres la vivencia de los derechos y creando grandes desigualdades, no sólo entre hombres y mujeres, sino también entre las mujeres, pues muchas no acceden verdaderamente a todos sus derechos, creando ventajas para algunas y obstáculos para otras, teniendo implicaciones que marcan la diferencia en el desarrollo individual y social.
A nivel global, las niñas y adolescentes no tienen garantizados sus derechos. A pesar de los avances, Naciones Unidas señala algunos problemas que merecen atención inmediata, pues estos contextos no se han modificado y continúa siendo parte de las realidades de las niñas; por ejemplo, a nivel mundial, más de 200 millones de niñas y mujeres han sido víctimas de mutilación genital femenina, una de cada cinco niñas se ve obligada a contraer matrimonio antes de los 18 años de edad, solo dos tercios de los países en desarrollo han alcanzado la igualdad de género en el sector educativo, nueve de cada 10 adolescentes en países en desarrollo trabajan en sectores de baja remuneración, a menudo enfrentando maltrato y explotación laboral. Muchas de estas problemáticas ni siquiera son consideradas por los gobiernos locales, invisibilizando a las niñas como un grupo prioritario en las acciones gubernamentales.
Las condiciones en las cuales las niñas y adolescentes acceden a los derechos de forma parcial es preocupante, muchos derechos siguen siendo negados, las acciones de omisión y simulación institucional permanecen como una práctica de operar; vemos pocos programas institucionales que son efectivos y comprometidos con la garantía de los derechos de las niñas, desafortunadamente, no son suficientes para cambiar la realidad de todas.
*Colectivo Mujer y Utopía A. C.