El 35.1 por ciento de las 104 mil personas de la tercera edad realiza alguna actividad económica en el estado y de ese universo el 84.4 por ciento lo hace en el sector informal de la economía, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) del segundo trimestre de 2013.
Dicha encuesta revela que hay adultos mayores que aún se insertan en el mercado laboral por una decisión voluntaria asociada con el deseo de seguir realizándose como persona, en tanto que otros casos están sujetos a la necesidad de un ingreso suficiente, ya sea por falta de prestaciones sociales o porque los montos en las jubilaciones y pensiones son reducidas.
Del 35.1 por ciento de adultos mayores insertos en alguna actividad económica en el estado, el 52.8 por ciento son hombres y el porcentaje restante son mujeres y su comportamiento por edad indica que disminuye conforme aumenta la edad: la mitad de los casos que están en la etapa de prevejez (51.5 por ciento) se inserta en el mercado laboral.
Esta situación es una realidad para muchos adultos mayores, sobre todo cuando se encuentran en una etapa de vejez muy avanzada, pero en otros, genera un contexto de prejuicios que desemboca en una discriminación laboral, tanto para conservar un empleo como para encontrarlo: en el segundo trimestre del año de 2013, de la población económicamente activa de 60 y más años de edad, 1.9 por ciento estaba en busca empleo.
Sin embargo, con base en el Censo de Población y Vivienda de 2010, el 30.6 por ciento de adultos mayores no pueden trabajar por tener una limitación física o mental.
De acuerdo con el Inegi, el 58 por ciento de adultos mayores trabaja por cuenta propia, el 7.1 por ciento lo hace sin pago, el 28.4 por ciento de manera subordinada y remunerada y el 67.9 por ciento no cuenta con prestaciones, en tanto que el 6.5 por ciento son empleadores.
Es poca la población que llega a una edad avanzada y tiene los recursos suficientes para ser empleadores (6.5 por ciento), mu-chos adultos mayores trabajan por cuenta propia (58 por ciento) y otros son trabajadores sin pago (7.1 por ciento), estas últimas categorías son tipificadas como “trabajo vulnerable” por organismos internacionales.
Una forma sintética de percibir la vulnerabilidad laboral es mediante la informalidad, 84.4 por ciento de los adultos mayores se insertan bajo estas condiciones.