En diciembre pasado cerramos el año con varias reuniones importantes en Tlaxcala. Sobre todo, la visita de la Caravana Toxitour México el día 6 de diciembre con la participación y compromiso de observadoras y observadores internacionales y las reuniones que se llevaron a cabo después en Puebla y Ciudad de México, terminando con una reunión más el día 11 en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), con el secretario Víctor Toledo, en diálogo directo con las comunidades afectadas por la contaminación de las cuencas hidrológicas en seis regiones del país.
Y terminando esa última sesión con el compromiso de volvernos a reunir con él en la primera quincena de este mes de enero y de seguir el proceso de trabajo en conjunto con las seis regiones, de manera que no se permita que el proceso se disperse o se atomice.
En este proceso de visita de la Caravana, tanto las y los observadores como el secretario Toledo se dispusieron a escuchar y a dialogar con las personas de las distintas comunidades para responder, cada una y cada uno desde sus ámbitos de competencia y desde su disposición, al seguimiento de las denuncias en el ámbito internacional y el establecimiento de procesos integrales de saneamiento de las cuencas en el ámbito nacional. Esto último como un compromiso que, además, Vïctor Toledo hizo público a nivel nacional.
Y ahora en enero, hace apenas un par de días, nos desayunamos con que el presidente Andrés Manuel López Obrador inició su agenda de trabajo 2020 con una visita más al estado de Tlaxcala, el viernes 3, para participar en una reunión que se tituló “Diálogos con los Pueblos Náhuatl y Otomí”.
Esta reunión se llevó a cabo en el municipio de San Pablo del Monte y de acuerdo con la transmisión en vivo y las fotografías publicadas, se contó con la participación de muchas personas. Sin embargo, conforme se fue desarrollando el acto multitudinario, iba quedando claro que no se trató, en ningún momento, de una reunión de diálogo.
Lo que se realizó fue la presentación de cuatro monólogos: el primero, un documento leído durante 16 minutos por el señor Francisco Javier Pérez Luna, que fue presentado como representante del pueblo náhuatl, en el que se expresó, conforme la vieja forma gremial y corporativa, una serie de solicitudes, a manera de pliego petitorio sobre una gran cantidad de temas y asuntos generales y concretos, y en la que se confundían también las competencias de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como los ámbitos de gobierno federal, estatal y municipal.
A este pliego petitorio siguió la participación del señor Adelfo Regino Montes, responsable actual del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, quien dedicó 14 minutos a destacar algunos puntos del pliego petitorio sin hablar de algún compromiso concreto, a mencionar las bondades del presidente y de la acción gubernamental, y a dar cuenta del número de reuniones informativas y de consulta que se han llevado a cabo hasta ahora en el país, incluyendo las del asunto del Tren Maya.
El tercer discurso estuvo a cargo del gobernador Marco Mena quien, en 4 minutos y entre gritos y rechiflas del público asistente, agradeció al presidente López Obrador y a su gobierno el apoyo que han brindado para la realización de obras y el crecimiento del estado.
Y luego, como monólogo principal y más extenso, se cerró el acto con la participación del presidente de la República, quien más o menos en 27 minutos habló de lo que se ha logrado con el combate a la corrupción, de las pensiones, becas, del dinero para campesinos, de las escuelas en el país, del Banco de Bienestar y de su buena relación con el gobernador del estado. No hizo ni una alusión a las peticiones que se leyeron en la primera presentación, ni un comentario en referencia a los pueblos indígenas.
Así las cosas y las posibles contradicciones en este gobierno federal, entre quienes conocen y asumen la riqueza de la diversidad y de la participación real de las y los habitantes de pueblos y comunidades, y quienes se refieren a pueblos y comunidades como mero asunto nominativo en todos sus aspectos sin importarles realmente la diversidad cultural y, mucho menos, la búsqueda integral y organizada de soluciones a los problemas públicos.