El 30 de julio se conmemora como el Día Internacional contra la Trata de Personas. Esta fecha surge de la resolución 68/162 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en su punto 5 señala: “Decide también, ante la necesidad de crear mayor conciencia de la situación de las víctimas de la trata de personas y de promover y proteger sus derechos, designar el 30 de julio Día Mundial contra la Trata de Personas, que se celebrará todos los años a partir de 2014…”, aunque la ONU señala que se debe celebrar, desde la perspectiva de la sociedad civil no podemos celebrar nada, en tanto la problemática a nivel mundial, nacional y local sigue plenamente vigente.
El gobierno, en sus diferentes niveles, ha mostrado una incapacidad para comprender el fenómeno y enfrentarlo. Ello ha generado que en realidades locales como la de Tlaxcala el fenómeno de la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual se sofistique y mantenga sus procesos de expansión y explotación, para el caso de nuestro estado se expresa en el aumento del número de municipios en los que hay víctimas, familias o personas dedicadas a la trata, así como lugares donde se explota a las mujeres, recordemos tan solo el dato encontrado en 2008 por la Dra. Patricia Olamendi Torres respecto a la existencia de 23 municipios con existencia del fenómeno de trata; también es claro que van modificando la forma en que enganchan a sus víctimas en los últimos tiempos enamorándolas u ofreciéndoles ofertas de empleo.
Si bien hay una serie de componentes de adaptación en las formas de operar en las redes de tratantes, hay también una serie de constantes en los sistemas social, cultural y económico, mismos que no han sido modificados por falta de la implementación de políticas y que permiten la permanencia del sistema proxeneta.
La pobreza es uno de esos componentes que permiten la continuidad de los sistemas de explotación. Si consideramos que el país año tras año va incrementando la pobreza nos daremos cuenta que cada vez más se pone a un mayor número de personas en riesgo, según el último informe del Convezal, se muestra que en el estado ha incrementado la pobreza en 26 mil 100 personas.
Otro factor que sostiene el fenómeno de la trata es una idea sistémica de que lo que importa como sentido de vida es el tener, particularmente para los hombres, así cuando uno revisa los proyectos de vida de niñas, niños y jóvenes es muy probable que en su futuro se vean teniendo cosas pero no sirviendo a la sociedad y sus pueblos. Esta visión consumista, muy difícil de conseguir en un sistema que empobrece y explota, puede tener posibilidades en el sistema proxeneta, pues son esas redes las que, dando continuidad a un sistema explotador, acumulan capital en casas, carros y cuentas bancarias, no importa si para ello hay que violar los derechos humanos, someter vidas e incluso terminar con las vidas.
A los elementos anteriores hay que sumarle la impunidad de los gobiernos para actuar. De poco sirve que a nivel internacional, nacional y local se generen leyes, políticas públicas, campañas y otras iniciativas, si ellas no tienen una aplicabilidad concreta y no generan impactos en la problemática. No solo a nivel local se han ido develando las vinculaciones de algunas autoridades con las redes de trata, también ha pasado en lo nacional donde se señala a presidentes de partidos como el del Distrito Federal, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre o militares. Son esas vinculaciones directas a las redes de trata o sus vinculaciones como consumidores las que vuelven inoperante las leyes y políticas públicas, no sólo para el tema de trata sino para cualquier iniciativa de derechos humanos.
El sistema patriarcal completa los sistemas que se apoderan, violentan y explotan los cuerpos de mujeres y niñas. Desde la trata de mujeres en Tlaxcala, seguimos colocando a las mujeres al servicio de los hombres, con sus cuerpos se enriquecen los hombres, adquieren casas, carros, cuentas bancarias, etc.; con sus cuerpo sometidos, otros más se divierten y viven su sexualidad, sin que les importe si la mujer es menor de edad o es víctima de trata.
Todo lo anterior plantea el reto civil de estar recordando permanentemente a los gobiernos su responsabilidad de proteger, respetar y defender los derechos humanos, en particular de las mujeres y niñas que son víctimas de este delito. No operar las leyes y políticas públicas existentes en el marco internacional, nacional y estatal lo hacen cómplice y responsable. Ya hace algunos años lo dijimos, Tlaxcala en tanto no logre impactos reales sobre las redes de trata local, seguirá siendo parte de la visibilización nacional e internacional, así es que ante el actual fracaso del gobierno local seguirá siendo retomado por programas, estudiosos(as) y periodistas. Hacia la recta final del periodo de gobierno de Mariano González Zarur no logró incidir en la “Leyenda Negra de Tlaxcala”, por el contrario su simulación sólo generó un incremento de la problemática.
Hay también todo un reto para quienes tienen un verdadero interés en la problemática: organizaciones de la sociedad civil, academia, periodistas, artistas, etc., para que desde su acción se generen cambios que lleven a una verdadera igualdad entre hombres y mujeres; a una masculinidad alterna que no sea violenta ni explotadora; favorecer el fortalecimiento de las comunidades para que desde ellas se rechacen las prácticas del proxenetismo; recuperar la memoria histórica para reconocer que nuestros pueblos tlaxcaltecas no tienen un origen proxeneta sino que ello es producto de los aprendizajes dados por las migraciones y favorecido por ciertos sistemas.
Desde este artículo nos seguimos doliendo por los miles de mujeres y niñas que sufren por causa de la trata; recordamos al gobierno estatal su incapacidad de operar la Estrategia y Plan Sexenal contra la trata y, por tanto, de ser responsable de esta situación; y nos sumamos a la conmemoración del Día Internacional contra la Trata.