Desesperación y reestructuración son sendas realidades que viven la mayoría de los partidos políticos en Tlaxcala, porque el proceso sucesorio ya está encaminado y desde el gobierno ya aceitan la maquinaria; la mayoría de los recientes movimientos en el gabinete son político–electorales.
Morena, pese a vivir en la miel, Carlos Augusto Pérez Hernández bebió la hiel, al ser obligado a renunciar a la dirigencia, tan es así que desde Palacio mandaron a su sustituto, sin capacidad ni cartas políticas, solo como virtud tiene la complaciente sumisión.
En el PVEM, la rebelión va con todo y un cambio en su estructura para lograr que, por fin, tlaxcaltecas estén al frente de ese partido, está en camino. Incluso, una mujer, siempre de poder sindical, podría reforzar sus filas.
En el PRI, la renuncia de Blanca Águila dinamitará los tiempos para la renovación de la vetusta y enmohecida dirigencia estatal. La desesperación es tal que Enrique Padilla ya no tiene segura la presidencia tricolor, porque la animadversión a su figura y a su quehacer crecieron de manera exponencial. De ceder Beatriz Paredes a sus imposiciones, una mujer asumiría ese encargo.
En el PAN, a nivel nacional y local, también traen su lucha por la dirigencia. La tlaxcalteca Adriana Dávila anda desesperada, porque pese a sus esfuerzos, tiene muchos problemas para conseguir las firmas que avalen su nominación y en lo local, el lodo y estiércol son la punta de lanza de los desesperados que buscan el poder y la reestructuración partidista.
En el PRD esta semana Manuel Cambrón Soria asumirá la dirigencia de este partido de registro estatal. Pese a los actos desesperados de sus adversarios, no habrá poder humano y político –que tampoco lo tienen sus contras– para que le quiten la dirigencia al exdiputado local, confirmando que los partidos viven su desesperación y su reestructuración.
En tanto, de acuerdo con diversas disposiciones, el nepotismo es una acción ilegal en la administración pública y se considera a éste, como la designación, otorgamiento de nombramiento o contratación que realice un servidor público de personas con las que tenga lazos de parentesco por consanguinidad hasta el cuarto grado, de afinidad hasta el segundo grado, o vínculo de matrimonio o concubinato para que preste sus servicios en la misma institución, dependencia o ente público en que éste labore.
Hermanas, cuñados, hijas, yernos, sobrinos y marido han sido incrustados en la estructura formal, ampliada e informal del feudo estatal y ni la oposición local ni la federal hacen algo para frenar lo ilegal y lo inmoral de todo este terrible agandalle. ¡Viva la familia!