El modelo económico neoliberal que determina cómo debe ser nuestra economía, ha traído modos de producción y consumo que han impactado en la vida de las personas y en sus territorios.
Este modelo, para mantener su forma de producción y consumo, se ha basado en la extracción de elementos que existen en la naturaleza, como los árboles, el agua, los minerales, las especies animales, la tierra, etcétera. Estos pasan por un ciclo para su transformación: la extracción, producción, distribución, consumo y disposición final. A este ciclo se le denomina la economía de los materiales.
La extracción es el momento donde se sacan los elementos de la naturaleza, se puede considerar la etapa donde se explotan los elementos obtenidos. Sigue el momento de la producción, el cual implica que los elementos extraídos sean transformados en objetos o cosas. Continúa la distribución, que consiste en llevar o acercar los objetos o cosas a las personas para que puedan comprarlas y es allí donde el consumo se hace presente. Cuando dejan de funcionar o de ser utilizados los objetos, se llega a la disposición final.
Es de suma importancia mencionar que, para mantener y mover este ciclo, se utiliza el consumo, que es la capacidad que tenemos las personas para comprar lo que las empresas nos ofrecen. El sistema económico nos ha hecho creer que nuestro valor como personas está directamente relacionado con nuestra capacidad de consumo.
Para incrementar el consumo se hace uso de la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida.
La obsolescencia programada tiene que ver con la vida útil de los objetos que compramos. En tanto que la obsolescencia percibida sirve para convencernos de tirar las cosas cuando ya les dimos un tiempo de uso, aun cuando sean perfectamente útiles. A través del cambio de la apariencia de las cosas logran que nos deshagamos de ellas. En esta etapa echan mano de los medios de comunicación que constantemente transmiten comerciales de las cosas que nos ofrecen o las novedades que hay; la moda es otro elemento importante para que este tipo de obsolescencia funcione.
Ambos momentos sirven para convencernos de que necesitamos comprar y que esta acción nos hará muy felices –pues nos hace sentir así por un momento.
El lado obscuro de este modelo es la disposición final de las cosas que compramos, mismas que generalmente van a parar al camión de la basura que, a su vez, lleva todos los desechos a los basureros o rellenos sanitarios. Entre los efectos que ha traído este ciclo están: uso y abuso de elementos naturales para la producción, contaminación de agua, aire y suelo, enfermedades y aumento de basura que termina en los tiraderos, que para el caso de Tlaxcala llega a los rellenos sanitarios que tenemos para deshacernos de la basura que generamos en nuestras casas y en las industrias.
Recordemos que el 11 de febrero pasado, el relleno sanitario que está ubicado en Panotla se incendió y el jueves de la semana pasada tuvo la misma suerte el relleno sanitario de Calpulalpan.
Estos hechos son un llamado de atención a todas las personas que habitamos en este planeta tierra. Es una insistencia a asumir un cambio radical que nos lleve a revisar y modificar nuestras formas de consumo, que los gobiernos sean verdaderos reguladores de las industrias y garantes de derechos para las personas y la madre tierra, y que quienes son dueños de las industrias asuman su responsabilidad frente al problema de la basura que han generado, que dejen de escabullirse y de señalar a las personas como las principales generadoras de basura, que transiten a modelos de producción que no dañen la vida y la salud, y que en sus costos de producción asuman la eliminación o reutilización de los desechos que ellos mismos generan.