A Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, se atribuye la siguiente frase: “Una mentira repetida mil veces se acaba convirtiendo en una verdad”. Una variante de la misma idea es esta:
“Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad”.
La manipulación de los hechos fue un signo distintivo de los regímenes fascistas, como los de Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco, tres siniestros personajes vinculados con la ultraderecha y que algunos podrían pensar que ya se encuentran en el basurero de la historia.
Pero luego de escuchar a Marko Cortés, presidente nacional del PAN, te asaltan las dudas. Los fantasmas de la manipulación vuelven a emerger. Y enciende las alertas.
Un discurso como el que el panista pronunció hace unos días en Tlaxcala, irremediablemente te obliga a pensar el sentido de la posverdad.
Durante poco más de un cuarto de hora, Cortés –quien orgullosamente presumió que forma parte de las filas de Acción Nacional desde los 11 años– no dejó de mentir una y otra vez.
Desde la incendiaria aparición de Donald Trump, la comunicación política retrocedió unos 70 años, en su brutal tergiversación de los hechos. Se vale decir cualquier mentira con tal de retener a los simpatizantes y reclutar a los indecisos.
Marko Cortés mintió flagrantemente.
Sin empacho, aseguró que se ha impedido a los gobernadores comprar vacunas contra la Covid–19. Falso. Desde principios de año, cuando estuvieron disponibles los productos de las diferentes farmacéuticas y laboratorios, se autorizó a los mandatarios locales que pudieran adquirir las vacunas. El problema es conseguirlas.
Además, ningún país del mundo ha dejado en manos de sus gobiernos regionales o comarcales (estatales, diríamos nosotros) la tarea de comprar y distribuir vacunas anti–Covid. Esa es una responsabilidad de los gobiernos nacionales. Hasta la ultra Angela Merkel ha seguido esa línea.
Otra posverdad: el uso de los datos que “arrojó” la desaseada revisión de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), que presentó un costo sobre la cancelación del inviable proyecto del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. A pesar de que el propio auditor rectificó la información, para Marko Cortés esa es una minucia que no vale la pena tomar en cuenta.
El manejo tendencioso del caso del aeropuerto parece confirmar la tesis de que la cifra presentada por la ASF era completamente mal intencionada, y con el único propósito de utilizarla como arma arrojadiza en los siguientes días.
Sin embargo, es temporada de caza, y el estilo de Herr Goebbels es el que parece distinguir a la narrativa de Cortés.
Ante un panista así, es irremediable recordar lo que afirma Rafael Barajas en La raíz nazi del PAN: se trata de un partido cuyos orígenes se encuentran en la ultraderecha, en un contexto mundial que buscaba sofocar los movimientos progresistas y que recurrió una y otra vez a la posverdad para afianzar su discurso y descalificar a sus contrincantes, hasta convertirse en lo que ahora es.
Acción Nacional tuvo una oportunidad de 12 años… y la desperdició; su legado es una montaña de muertos y de corrupción. Quizás hay que recordarle a Cortés los videos de los asistentes de los senadores Domínguez y Lavalle, ante el delirio goebbeliano que padece.