Cuál es el valor de pensar en la responsabilidad que tiene una universidad o institución de educación superior. Estas deberían ser parte de un viaje de autodescubrimiento. Un camino de búsqueda de la verdad.
Hoy en día, solo un número modesto de estudiantes tiene tiempo libre para dedicarse a la vida de la mente bajo la tutela de profesores sabios. Para la mayoría, la “universidad significa la búsqueda ansiosa de habilidades comercializables”.
Cada vez es más diversa la población que accede a la universidad. Está quedando atrás la idea de que el grupo de población es del 19–24 años, porque los promedios se están corriendo hacia los 26 años.
Un número importante de estudiantes accede a los estudios de forma virtual o mixta. Una parte vital de su experiencia es que tardan más en graduarse. Los cuatro años de promedio poco a poco se van ampliando.
La pandemia, como se expresó en la conferencia mundial de educación, está provocando un cambio radical en la educación superior, en el que el punto de partida y de llegada es el aprendizaje centrado en los estudiantes definido por ellos mismos.
Hasta ahora dice Peter Lake, profesor de Derecho en la Universidad de Stetson, la educación superior es uno de los únicos mercados impulsados por el cliente donde el cliente pide que se aprovechen de él.
Ironizando se afirma que el big data ayuda para elegir la próxima película de Netflix, pero no para que un estudiante pueda seleccionar la carrera y la institución adecuada o aprobar una clase necesaria para obtener un título.
La experiencia universitaria y también la de todas las instituciones de educación superior, deberá enfocarse al desarrollo de capacidades, construcción de ciudadanía y una educación liberal contemplativa.