Omar Arellano–Aguilar
La degradación ambiental del río Atoyac en la zona limítrofe entre los estados de Puebla y Tlaxcala es un problema por demás conocido y denunciado. La fuerte contaminación del río por las aguas residuales de las industrias y ciudades vecinas ha ocasionado el colapso del ecosistema acuático y provocado la exposición a sustancias químicas de los pobladores que habitan en el margen del río.
Este deterioro ambiental es el reflejo del abandono de las autoridades ambientales para proteger un bien común. La última década ha sido de lucha incansable de los habitantes de Puebla y Tlaxcala para proteger su ambiente. Esta defensa no debe ser vista como una acción aislada, pues en los últimos años han aumentado los conflictos socio–ambientales en todo el país a causa de la industrialización, así como de proyectos mineros, hidráulicos, energéticos, hoteleros, agrícolas, etcétera.
De acuerdo con el Dr. Víctor Toledo, investigador de la Licenciatura en Ciencias Ambientales CIECO–UNAM, la actual crisis ecológica es una crisis de civilización en la que los pueblos más vulnerables hacen frente a la inercia de la globalización, pero se acentúa en países como México en donde hoy se promueve la protección de los recursos naturales y mañana la inversión para extraer más petróleo, promover minería a cielo abierto, ampliar proyectos carreteros privados o invitar a las industrias transnacionales a seguir contaminando, ¿y por qué no? Es claro que cuando las decisiones se basan en ocurrencias, por falta de un conocimiento científico o por anteponer las ganancias económicas el daño ambiental es inminente.
Un ejemplo de lo anterior es la deforestación de árboles en el margen de los ríos Atoyac y Zahuapan ocurrida en tiempos recientes, incluso en zonas como en la Barranca Seca que cruza por Zacatelco, en Tlaxcala. Los árboles en los ríos y barrancas que han sido eliminados, representaban los últimos árboles de un bosque ribereño o también llamado bosque de agua. El argumento: trabajos de limpia, desazolve y saneamiento de los ríos. Sin embargo, según manifiestan pobladores de las regiones que han presenciado estos impactos a la naturaleza, detrás de todo esto están ocultos proyectos como la construcción de un trazo carretero o la instalación de un gasoducto. Mientras tanto, la decisión afectó al ambiente irreversiblemente y transformó el paisaje de las regiones de los ríos Atoyac y Zahuapan y no se diga de la Barranca Seca.
Los ríos reúnen características de estructura y función en términos ecosistémicos. Una parte fundamental de estos ecosistemas es la presencia de vegetación en los márgenes de un río o una barranca. Los bosques de galería o llamados bosques de agua están constituidos principalmente de las familias vegetales como Leguminosas, Moraceae, Bignoniácea, Euphorbiacea y Tubicea con géneros dominantes (dependiendo de la región) Acacia, Chlorophora y Salix. A nivel de especies podemos encontrar en estos bosques ejemplares de sauce (Salix humboltiana), sabino (Astianthus viminalis), guaje (Acacia macilenta), guamúchil (Pithecellobium dulce), diversas especies de Ficus, entre otras. El conjunto de esta vegetación tiene diversas funciones ecosistémicas, proveen refugio a la fauna silvestre asociada a estos cuerpos de agua, son corredores naturales que permiten la movilidad y distribución de las especies. Son estos bosques de agua los que retienen el suelo e impiden el azolvamiento, constituyen distintos estratos de vegetación que permiten la formación de una cobertura que entre otras cosas funciona como amortiguador térmico de la radiación solar y en consecuencia de la evapotranspiración del agua en el cauce de los ríos, siendo de esta manera esencial en el microclima asociado al cuerpo de agua; sin dejar de mencionar la sombra que proveen a las personas que recorren los caminos aledaños a los ríos en algunos de sus tramos.
Los servicios ambientales de los bosques de ribera son únicos, su protección es fundamental en la conservación de ecosistemas acuáticos. Los bosques son una barrera natural que además de mantener en su cauce el agua que corre por los ríos, evita la contaminación difusa de contaminantes de los campos agrícolas y cuando los ríos se encuentran contaminados por sustancias químicas industriales –como es el caso de los ríos Atoyac y Zahuapan– amortiguan la dispersión de los contaminantes volátiles presentes en el cuerpo de agua. La tala de árboles es un daño irreversible, al menos a mediano plazo. En el siglo pasado se perdieron grandes extensiones de bosques de ribera en los principales ríos del centro del país; se ignoraba su importancia y el valor de este tipo de vegetación. A más de 40 años de distancia no podemos seguir cometiendo los mismos errores.