Privatizar y concesionar Tlaxcala esa es la apuesta del morelense y vicegobernador del estado, Luis Ramírez Hernández, quien no se cansa de hacer y deshacer de este estado en la búsqueda de ganancias personales, sin que alguien le ponga un freno. Qué tanto le deberán, que nadie diga ni haga nada.
Aunque el señor ya nada tiene que hacer en el ejercicio de la función pública, pues desde el pasado mes de mayo, deudores alimentarios y agresores de mujeres ya no deben ocupar cargos públicos, sigue haciendo de su cargo una beta de ganancias. Todo su quehacer, en el que lo mismo usa a diputados que funcionarios, magistrados y titulares de organismos autónomos, le reditúa innumerables beneficios.
La mayoría de las reformas legales y creación de normas que ha planteado y concretado el vicegobernador, tiene ese sello. Y la Secretaría del Medio Ambiente, con otras dependencias cómplices, es el reducto para jalar los dividendos.
Pero ahora, sin freno ni contrapeso, el morelense va por todo. No solo opera una reforma constitucional a través de la cual pretende ejercer, en la formalidad, el cargo de vicegobernador –busca llegar a la Secretaría de Gobierno, posición que solo pueden ocupar, hasta ahora, los nacidos en Tlaxcala–, sino que ya “trabaja” para hacer el negocio de su vida a partir de concesionar las carreteras de nuestro estado.
Para ese fin, usó nuevamente a un lacayo, quien, con la promesa de hacerlo candidato a presidente municipal de Tlaxco, por el partido del no robar, no mentir y no traicionar, le ordenó presentar ante el Congreso local una iniciativa de reforma legal para que la entidad cuente con condiciones normativas para otorgar concesiones para construir, operar y explotar los caminos y carreteras estatales.
El proyecto del morelense es que en la entidad existan carreteras estatales de cuota; concesionadas a particulares, que exploten y hagan negocio con las vías de comunicación construidas por el Estado o que vayan a realizar, con recursos propios, con el único fin de obtener millones de pesos.
La propuesta, que ya se discute en comisiones, pasó desapercibida por muchos, pero la maquinaría ya se echó a andar en un Tlaxcala en donde la privatización o concesión de los bienes públicos empieza a hacer una desafortunada constante en el que el vicegobernador será el gran beneficiado.