Pese a considerar que aún es complicado sustituir a los fertilizantes químicos en el campo, Maurilio Lima García, dirigente de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas y Autónomas (Unorca), calculó que en un lapso de tres a cuatro años podría iniciar la recuperación de suelos con el uso de materia orgánica.
Te puede interesar: Campesinos hacen quemas agrícolas por ser más barato; requieren capacitación para evitar incendios: Unorca
Señaló que toda persona dedicada a la actividad del campo quisiera cambiar a una alternativa diferente para evitar el uso de químicos, pero desafortunadamente la tierra ha recibido insumos agroquímicos en exceso a lo largo de muchos años.
Por esta razón, ha sufrido un desgaste “porque se le han quitado minerales naturales y ahora nos guste o no, queramos o no, debemos aplicar esa tecnología de fertilizantes para lograr la cosecha, nosotros mismos nos echamos la soga al cuello, de lo contrario no se obtendrá producción”, indicó.
Una medida a seguir -indicó- es la rotación de cultivos; sin embargo, “muchos estamos casados con el maíz, sabemos que es para nuestro consumo; sin embargo, si hay otro que eleve las economías en el hogar, se podría experimentar el cambio que nos lleve al éxito”, anotó.
Dijo que podría comenzarse con la siembra de maíz, únicamente para autoconsumo, sin apostarle a la venta de semillas “porque ya no se tiene capacidad suficiente, debido a que el fertilizante y toda la tecnología son caros”.
Ante esta situación y las condiciones climatológicas, se recomienda a los agremiados aprovechar los recursos orgánicos de las cosechas anteriores para aportar poco a poco algo de lo que se le ha quitado a la tierra y no se le ha compensado, además de aplicar agroquímicos en lo menor posible, citó.
Resaltó que si hubiera una modificación en las prácticas de cultivo en las que predomine la incorporación de materia orgánica al suelo, en un lapso de tres a cuatro años podría iniciar la recuperación de la superficie, además de generar ahorros en la inversión por la compra de sustancias químicas.
Mencionó que hay disposición de los agricultores para llevar a cabo este proceso, pues están conscientes que el exceso de fertilizante industrializado daña tanto a seres humanos como a animales que consumen las familias para alimentarse, “porque es una cadena”.
Insistió en que es necesario cambiar gradualmente la mentalidad para trabajar la tierra en torno a la salud de las personas; por ello, consideró que las restricciones gubernamentales para usar transgénicos solo en alimentos para animales, no tienen sentido, pues “se cae en la trampa de grandes empresas” que aplican materiales genéticamente modificados para aumentar sus producciones y ganancias, “sin importarles el daño que provocan”.
