En diciembre de 2010, Marisela Escobedo Ortiz fue arteramente asesinada frente a Palacio de Gobierno de Chihuahua, buscaba justicia por el feminicidio de su hija Rubí.
Marisela fue ultimada tras ser amenazada ante la apatía e ineptitud de las autoridades y sentenció: “No me voy a esconder. Si ese hombre me va a venir a asesinar, que venga y me asesine aquí enfrente, para vergüenza del gobierno. Tengo amenazas, (…) ¿qué está esperando el gobierno?, ¿qué termine conmigo?, pues que termine conmigo, pero aquí enfrente, a ver si les da vergüenza”.
Este recordar a Marisela Escobedo Ortiz y su lucha es pertinente hoy en Tlaxcala, porque demuestra la atrocidad que es poner a personas en puestos clave para garantizar el derecho que tenemos todas las mujeres a vivir libres de violencia, los gobiernos y los tres poderes del estado tienen esa obligatoriedad pero solo simulan, de nada sirve declarar que se es aliada de las mujeres si se impone a personas sin conocimientos, compromiso ni perfil en derechos humanos y perspectiva de género al frente de instituciones que pueden representar la diferencia entre la vida y la muerte para una mujer. ¿Eso es amar a Tlaxcala?.
Bastante tenemos con la limitada titular del IEM, quien es una buena empresaria, misma que se la pasa declarando que se encarga de “impartir” políticas de igualdad, porque en la lectura del Decreto del Instituto entendió impartir en lugar de “impulsar acciones y políticas de igualdad”. Y en ella quedará la muy anunciada Secretaría de las Mujeres.
A la lista de incensases y simulaciones, se suma la imposición de Alfredo Pérez Águila como juez en el Juzgado Familiar Especializado en Asuntos Urgentes para Mujeres en Situación de Violencia del TSJE, su único mérito es haber sido chofer en el despacho de la gobernadora. Esto no solo es una afrenta para todas, para las víctimas y sus familias sino un verdadero peligro porque afianza el continuum de violencia que dicen combatir. Este hombre llega a juez tan bien blindado como las camionetas que ha manejado, pero dejando en total desprotección a las mujeres. Debemos seguir exigiendo, “a ver si les da vergüenza”.