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La desaparición de algunos programas federales, problemas para acreditar una propiedad y la falta de una estrategia específica para atender a campesinas, empeora la de por sí ya situación precaria de este sector cuyo jornal es pagado en menos de100 pesos, aseveró Ernestina Ramírez, dirigente estatal de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (Cioac).
A través de movilizaciones las organizaciones lograron la creación del Fondo de Apoyo a Proyectos Productivos en Núcleos Agrarios (Fappa) y del Programa Productividad a la Mujer Emprendedora (Promete); en el primero de estos tanto hombres como mujeres eran favorecidos. En 2015 el segundo de estos desapareció, por lo que el 8 de marzo de ese año el Frente Auténtico del Campo (FAC) emprendió protestas para exigir el respaldo a la población femenina del agro, tanto con recursos económicos como con apoyos.
“Ese era el único esquema especialmente creado para ellas; en sustitución surgió El Campo en Nuestras Manos, destinado a este sector para generar proyectos, entre ellos los de granjas y huertos. En este año ya no existe este, ni el Fappa ni el Promete, han desaparecido”, lamentó.
Sin embargo -.agregó-, las reglas de operación de este año establecen que prioritariamente las mujeres serán atendidas con una política de perspectiva de género, para garantizar la igualdad, pero no hay programas específicos para atender la demanda.
“Además, en el país, nosotras como mujeres tenemos otra necesidad, porque la propiedad no está establecida para nosotras; de manera cultural fue asignada preferentemente a hombres en casi 90 por ciento”, lamentó.
Enfatizó que durante varios años las agricultoras se han enfrentado a esta problemática porque un requisito indispensable para acceder a los apoyos es que se debe acreditar la propiedad, de lo contrario no se obtiene el beneficio.
A la fecha, la solicitud al gobierno es que los programas para el rubro agropecuario sean diseñados para responder este tipo de demandas, ya que las campesinas tienen una doble carga, no solo se dedican a trabajar la tierra sino a atender al hogar y a sus hijos, dijo.
Al igual que otras mujeres –apuntó-, las del ámbito rural no son reconocidas por el esfuerzo que realizan, pues no se refleja monetariamente, pues no hay una paga justa; muchas ofrecen su servicio como jornaleras, “pero en condiciones pírricas”.
Reciben una remuneración muy baja, por ejemplo, en Huamantla y Altzayanca no les dan el salario justo, es de menos de 100 pesos, tampoco reciben prestaciones, por lo que sus derechos laborales no son resguardados, “son violados”.
“Hemos dicho que si no estamos en las mismas circunstancias que los hombres, busquemos mejorar para que ellas obtengan un ingreso digno; muchas han optado por emprender proyectos de traspatio con huertos y hortalizas”.
En años anteriores los iniciaron con el apoyo del Campo en Nuestras Manos y del Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA), el que en este año tampoco está considerado. “Aunque no eran suficientes, ayudaban. Necesitamos generar condiciones para que las campesinas se empoderen. En los ejidos también hay jefas de familia, deben ser autónomas económicamente”.
Este gobierno federal, creo que los que menos tiene –reclamó- es compromiso con este sector; “ese es otro tema que hay que atender, no hemos visto acciones eficaces, por el contrario, han pretendido desaparecer los apoyos a refugios para mujeres en situación de violencia y a las Estancias Infantiles”, expresó.
Aun cuando en el papel se indique que los programas y fondos deben aplicarse con perspectiva de género, “el acceso no es real”; los lineamientos solo están en papel para cumplir una norma internacional porque hay tratados firmados por México.
Acentuó que en los hechos no hay esquemas concretamente dirigidos a las mujeres que trabajan la tierra y que permitan modificar el entorno en el que se desarrollan.
Hay algunos programas, como el de Opciones Productivas, que aparentemente benefician más al segmento femenino, pues su norma señala que en la aportación de grupos integrados por mujeres será de cinco por ciento y de hombres de 10, abundó.
“Es indispensable continuar con la revisión de todas las estrategias y en caso de que lo amerite, se actuará para conseguir beneficios”, advirtió.
Respecto de sexenios pasados, en el inicio del actual se ha complicado más el acceso a mujeres a los apoyos porque hasta el comienzo de la segunda semana de abril, no había sido emitida la totalidad de convocatorias. “Necesitamos exigir que cubran las demandas, pues la Cioac está conformada en 50 por ciento por agricultoras”.
En general, en este año hay programas destinados al campo que no desaparecieron, pero sí presentan modificaciones importantes, como en los correspondientes a proyectos estratégicos y fomento ganadero, en los que ya se establece que cada beneficiario debe aportar 50 por ciento de la inversión, lo que complica la participación, anotó.