Martes, abril 23, 2024

ATP, otro caballo de Troya

Después de la firma “en lo oscurito” del Acuerdo Transpacífico, hace algunas semanas, se ha mantenido el hermetismo más completo en cuanto a su contenido y lo que este tratado clandestino implica para la economía mexicana, y consecuentemente para la vida de los mexicanos. Antes de darse a conocer a cuentagotas el contenido del  acuerdo, y como una campaña previa para “ablandar” y distraer a la opinión pública, diversos funcionarios del gobierno se han apresurado a hacer declaraciones que dejan entrever claramente que su contenido, como siempre, y al igual que las reformas estructurales, no será nada favorable para México y sólo significará mayor sometimiento. Así, hemos escuchado que, por ejemplo: “No haber firmado tal acuerdo, habría significado una catástrofe”, “Era necesario aprovechar esta oportunidad para relanzar la economía mexicana” y un sinfín de frases huecas que sólo pretenden esconder la realidad.

Ahora que ya empieza a circular la versión en inglés del contenido general, comienza a salir a la luz el contenido del acuerdo leonino y se pueden vislumbrar las consecuencias para la economía del país; y en realidad, no hay sorpresas, pues es el mismo esquema del TLC, pero corregido y aumentado en lo que se refiere a intercambios totalmente asimétricos, favorables a los países extranjeros, especialmente Estados Unidos, y perjudicial a la economía doméstica. En síntesis, se trata de lo mismo de siempre, abrir las puertas del mercado nacional a los productos extranjeros, más baratos y subsidiados para boicotear y desmantelar la producción nacional que, igual que siempre, no tiene subsidios y “tiene que modernizarse y ser competitiva”, todo lo cual equivale a acentuar su papel de aportadora de materias primas a bajos precios para que los “países ricos” las transformen y nos las regresen a precios exorbitantes.

En especial, llama la atención lo relacionado con la producción agropecuaria, misma que hace algunos ayeres se enarbolaba como la base para la “Soberanía Alimentaria” y que ahora no sólo ya no recibe apoyos del Estado, sino que es atacada y desmantelada en nombre de lo moderno: la agroindustria extranjera, los transgénicos, el monocultivo rentable y competitivo, la agricultura extensiva y mecanizada, la agrotecnología, los agrotóxicos, etc. Así, se eliminan los aranceles a productos agrícolas básicos como cereales, aceites vegetales y animales, lácteos, huevo, pescados y productos del mar, frutas y semillas de hortaliza, y hasta “bulbos de maguey”. Para Tlaxcala, va a resultar paradójico que ahora que se está reconociendo y promoviendo la importancia de esta planta milenaria, vaya a tener que importar magueyes japoneses (cuyas cepas se llevaron de aquí hace 20 años) para hacer pulque, miel, inulina, mezcal o ixtle. La firma del ATP no es sino un eslabón más en la cadena de sometimiento de la vida nacional a los dictados del capital transnacional, facilitada y promovida por el gobierno espurio que se ha hecho del poder y se enriquece con la venta del país. Y lo peor es que todavía falta conocer “la letra chiquita” de este acuerdo que se firma a espaldas y en contra de los intereses de los mexicanos, la que seguramente nos reserva todavía muchas y amargas sorpresas.

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