Ardua tarea tendrá la nueva dirigencia del PRI y sus cuadros para tratar de levantar al partido, porque parece que tiene no solo una militancia vergonzante, sino representantes populares que actúan en torno a su filiación partidista de modo encubierto o disimulando sus colores, todo por vergüenza.
El pasado fin de semana llegó a Tlaxcala el inminente y cuasi nuevo líder nacional del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas Alito, a fin de hacer campaña de cara a la elección interna del próximo 11 de agosto.
Por más que le echó enjundia, no prendió su discurso en la mayoría de los militantes y cuadros que acudieron al Centro de Convenciones de la capital, espacio que no fue abierto en su totalidad; solo fue usado un reducto de éste, quizá por el temor de “no llenar” como en los tiempos de jauja.
Sí hubo convocatoria, pero llegaron los de siempre. Acudieron al cónclave los que tienen espacios, los que tienen cargos o los que buscan ser tomados en cuenta; en pocas palabras, los que quieren hueso; pero no vimos al gobernador Marco Mena, tampoco a nuevos cuadros.
Y esto lo reconoció el aspirante a dirigente, cuando en un encuentro con algunos medios, se sinceró al admitir que “hoy muchos priistas no tienen tanto ánimo ni se sienten orgullosos del partido por los resultados que tuvimos” en los comicios de 2018, pero también por los casos de corrupción, entre otras lozas, que no le han dejado levantarse de la derrota electoral.
Además, como él mismo lo dijo, hay en un partido mudo, lo vemos en Tlaxcala, que no señala, que no critica, que no propone, que se escondió por la vergüenza del descalabro electoral y del pasado reciente de algunos de sus gobernantes.
Alito trata de despertar a la militancia ofreciendo apertura, ofertando espacios para todos y comprometiéndose a renovar las formas de su partido, esas que le permitieron mantenerse en el poder; pero no hay de otra, la formación, estructura y forma de hacer política siempre fue desde el gobierno y ahora que no lo tienen, deben cambiar.
Y aunque reza el adagio popular que “chango viejo no aprende maroma nueva”, el inminente dirigente nacional del PRI promete acciones para regresar a su partido al gobierno federal y mantener la gubernatura de Tlaxcala, pero parece que su principal discurso es y será los traspiés de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.