Durante cuatro años, a través de un proyecto antropológico enmarcado en los PRONAII–Conahcyt, reconstruimos parte de la compleja historia socioambiental de la cuenca Atoyac–Zahuapan, y los entretelones de las múltiples formas en que los flujos del agua, las relaciones de poder, la industria, los contaminantes y los modos de vida se entrelazan. Para lograrlo, hicimos varias temporadas de trabajo de campo en las que se aplicó una encuesta, se realizaron entrevistas a profundidad y cartografía colaborativa en siete localidades representativas de la Cuenca. En el camino, encontramos que uno de los hilos centrales de este entramado es el agua potable, de ahí que nos propusimos indagar sobre el conocimiento de los habitantes de la cuenca acerca de la disponibilidad y calidad de este líquido vital, así como la manera en que las localidades se han organizado para su gestión y suministro.
A continuación, compartimos algunos de los hallazgos más relevantes.
a) La gestión y suministro del agua ha estado a cargo históricamente de Comités de Agua Potable, conformados por personas de la localidad, jefes o jefas de familia, que por uno o hasta tres años se comprometen ante la asamblea del pueblo a regular la frecuencia y distribución de agua a toda la población, mantener las instalaciones, cobrar la cuota de agua y penalizar a los deudores. La infraestructura (tanques, pozos, bombas, tuberías, etc.) de los comités es producto de luchas históricas y del esfuerzo colectivo.
b) Aunque el 99.1 por ciento de los hogares de las localidades encuestadas cuenta con agua potable, hemos constatado que la intermitencia del suministro y la falta de lugares adecuados para almacenarla reduce dramáticamente el acceso y la calidad de ésta.
c) Independientemente de las fuentes de agua (manantial o pozo), de la infraestructura de distribución (bomba eléctrica, caja de agua y red de tuberías) o de quiénes las administran (comités comunitarios o municipales), la distribución es irregular (por tandeo); algunas viviendas reciben el agua una vez cada ocho días por algunas horas, y las personas no confían plenamente en su calidad. De tal suerte que más de la mitad de los hogares compran agua de garrafón como fuente de agua alternativa.
d) Pese a la intermitencia, una gran mayoría de los hogares considera que tiene agua suficiente y apenas una tercera parte señala falta de agua.
e) En los hogares no existe infraestructura suficiente para almacenar agua, de manera que la recolección pluvial no es posible en las condiciones actuales.
f) La propiedad de las fuentes de agua es diversa, puede ser del pueblo o ejidal. En un caso, el pozo del pueblo se municipalizó cuando la comunidad se hizo municipio.
g) En cuanto a la calidad del agua, no existe una percepción explícita que defina criterios uniformes por parte de los habitantes, sin embargo, es evidente que, a la hora de su consumo, las preferencias se inclinan por la purificada y/o embotellada, elevando los gastos domésticos de las familias. El agua de manantial es considerada la de mejor calidad cuando se puede consumir directamente.
h) Existe una competencia constante por el acceso de agua potable, entre el uso doméstico y el comercial e industrial, incluidas las embotelladoras trasnacionales y purificadoras locales que operan en la Cuenca, lo que sumado al deterioro ambiental que afecta la disponibilidad hídrica, ubica a la población en situación de permanente riesgo y vulnerabilidad.
Junto con el grave y conocido problema de contaminación en la Cuenca, el acceso al agua potable incide en problemas de salud y costos onerosos para las economías familiares. Por un lado, la intermitencia e insuficiencia de agua incentiva el consumo de pipas o agua embotellada para satisfacer necesidades básicas que tendrían que ser cubiertas con el suministro de agua potable; por ejemplo, gastos en lavanderías o baños públicos. Por otro, la falta de agua y/o de confianza sobre la calidad de ésta favorece el consumo de refrescos y otras bebidas azucaradas de menor costo.
En síntesis, los Comités de Agua Potable locales son y han sido indispensables para el abastecimiento de agua potable en la Cuenca. Los problemas referidos se pueden superar fortaleciendo dichos comités con la mejora de la infraestructura a su cargo. Sugerimos al Estado asumir la responsabilidad social de garantizar la autonomía de estos comités y así atender verdaderamente la universalidad del derecho humano al agua en cantidad y calidad.
*Instituto de investigaciones Antropológicas, UNAM.