Aprueba Tlaxcala el uso del gasto federalizado. Este se integra por los ramos 28 de participaciones federales, ramo 33 de aportaciones federales, ramo 23 de provisiones salariales y económicas, más los convenios de descentralización y reasignación y protección social en salud.
Los egresos del estado de Tlaxcala se articulan a partir de dos fuentes. Las transferencias del gobierno federal y los ingresos propios del gobierno estatal. Con la salvedad de que por cada peso que se gasta, la Federación aporta el 95 por ciento.
En 2020, los ingresos del gobierno estatal registran un déficit de casi 20 millones de pesos. Lo que no impacta de manera negativa en el gasto, porque la Federación incrementó su aportación en un 14 por ciento.
La auditoría federal que se realiza al Poder Ejecutivo, Legislativo, ayuntamientos y organismos descentralizados y desconcentrados es una forma de rendir cuentas.
Los resultados muestran que, con pequeños detalles, por la constante del señalamiento de no aprovechar áreas de oportunidad para mejorar el uso de los recursos, la administración pública local cuenta con una burocracia eficaz, aunque no muy eficiente.
Esto debe plantear algunas preguntas a quienes están en la lucha por llegar al Poder Ejecutivo. Se requiere algo más que buenos administradores.
En una sociedad de permanente incertidumbre, el gobierno local requiere profesionales con capacidad para innovar. Nadie puede negar que el actual gobernador resultó un excelente administrador público.
¿Cuántos de los que integran los equipos de campaña de las dos alianzas destacan como líderes en la gestión pública? Basta y sobra con revisar los gobiernos en que sirvieron para mostrar que nadie destaca como gestor público.
Hay un compromiso pendiente: profesionalizar la administración pública. Urge el servicio profesional de carrera.