Amarga realidad vivirá esta semana la mayoría de las entidades públicas, poderes y organismos autónomos cuando conozcan los alcances y propuestas de gasto que podrían ejercer durante el próximo año. La cobija es pequeña, dicen.
El próximo martes, la gobernadora Lorena Cuéllar remitirá al Legislativo el proyecto de paquete económico para el próximo año; al menos dos iniciativas contendrán el documento, como son la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos 2023.
A reserva de lo que se publique en el Diario Oficial de la Federación, el Presupuesto de Egresos para Tlaxcala prevé partidas por cerca de 26 mil millones de pesos, monto que representan un aumento de 6.6 por ciento, es decir, más de 2 mil 500 millones de pesos con respecto con lo que este año cerrará la entidad como ingresos.
La cifra es importante, pero, de entrada, no contempla recursos extraordinarios que apuntalen proyectos de altos vuelos y de mayor impacto social, lo cual, aunado a la tradición en la distribución del gasto local, muchas de las previsiones de las dependencias, poderes y organismos locales se verán frustradas a su amarga realidad.
Esa amarga realidad se adereza porque, históricamente, más del 90 por ciento del presupuesto es destinado a gasto corriente y el resto a inversión.
Además, si el gobierno de Tlaxcala repite la fórmula en la integración del gasto, las prioridades serán las áreas que coordina la Secretaría de Bienestar, seguida de salud y educación y del resto, como seguridad, medio ambiente, empleo, lo que quede para atender a la población, la cual, de acuerdo con datos del Inegi, más del 50 por ciento vive en condiciones de pobreza.
Veremos si los diputados locales hacen cambios al documento o bien cumplen solo con el trámite que de ser así, la amarga realidad se confirmaría para muchas autoridades que soñaron con alcanzar algunos proyectos y acciones en 2023.
Mientras llega la hora, vaya ridículo que hicieron los diputados de Tlaxcala. De nada sirvió el pastoreo del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, ni el rasgado de vestiduras de algunos congresistas, pues al final la aprobación de la minuta de reforma constitucional en materia de Guardia Nacional no fue tomada en cuenta en la declaratoria de validez de la enmienda. Alguien, al parecer, no hizo o no sabe hacer su chamba en el Congreso local.