Beatriz Patraca
El lunes pasado tuve la oportunidad de estar en una charla con la periodista mexicana Alma Guillermoprieto. Alma cubrió la insurrección nicaragüense y el conflicto bélico salvadoreño y desde entonces ha colaborado en diversos medios nacionales y extranjeros como especialista en América Latina, a la que ella define como un “paisote”. Su paisote.
Entre los aspectos que Alma destacaba, está el crecimiento de la violencia motivado por la llamada “guerra contra las drogas” y la forma en que se han involucrado países como Honduras. Dice la periodista, que vivió muy de cerca los procesos dictatoriales y revolucionarios de Latinoamérica, que ella cree que esta escalada de corrupción y de violencia, tendrá que terminar tarde o temprano y que para que exista un principio del fin de la violencia se tiene que acabar la prohibición de las drogas igual que en su momento terminaron las dictaduras.
Uno de los testimonios de trabajo y compromiso con los latinoamericanos es su proyecto de 72 migrantes, que puede visitarse en 72migrantes.com. En este portal se recogen textos y fotografías de diversos autores sobre las personas de diferentes partes de América Central que fueron asesinadas en agosto del 2010 presumiblemente por los Zetas.
Aunque charla con bastante humildad de su trayectoria periodística, el conocimiento de Alma con respecto al periodismo es muy profundo y dice que aunque hoy en día tengamos la sensación de que con un tweet o leyendo los encabezados de los diarios digitales estamos informados “para entender el mundo siempre va a hacer falta gente que le dedique tiempo”.
El periodismo está sufriendo una transformación radical. El ostracismo oficial ahora, y la parafernalia que vendió Calderón con su fallida guerra, han obligado a que los periodistas además de buscar la nota, nos ayuden a tratar de comprender por qué pasa lo que pasa. Los mapas de la violencia y del crimen organizado cambian día con día. Contemplar a América Latina como un todo más allá del ideal latinoamericano.