Domingo, noviembre 9, 2025

Adiós al PRI estatal

Luego de 11 años en el poder el PRI sale por la puerta de atrás, lejos quedaron aquellos tiempos en dónde una y otra vez se afirmaba que Tlaxcala era un estado priista, sus épocas de gloria han terminado y esta vez a diferencia de distintos periodos de alternancia su despedida del escenario político local parece definitiva. No sólo perdieron en 2021 la gubernatura, también el congreso local, las diputaciones federales y la mayoría de los municipios, reduciendo su influencia política a prácticamente ser un partido testimonial. Si dinero, sin poder político y una ciudadanía cansada de tantas promesas incumplidas el que fuera el partidazo dice adiós al recurso público, a las prácticas de corrupción que le acompañaron en décadas y a la ciudadanía en medio del descredito y el olvido.

La caída en picada del PRI inició en el 2018, pues la entidad fue la segunda en votar a favor de AMLO y la Cuarta Transformación, Morena y la alianza Juntos Haremos Historia tuvo carro completo, el tricolor no ganó ninguna diputación ni local ni federal, a pesar que en esa elección el PRI contaba con el poder del ejecutivo federal y estatal, Enrique Peña Nieto y Marco Antonio Mena respectivamente y a pesar de contar el poder político, los recursos públicos y las supuestas estructuras el partido mostró su incapacidad organizativa e influencia política entre la ciudadanía, perdió de forma abrumadora.

El resultado, se explicó por el famoso tsunami que representó el arrastre de AMLO y en efecto la elección de ese año en gran medida se explica por ello, sin embargo los análisis también demostraron que había tres condiciones que favorecieron y consolidaron el voto a favor del líder y su movimiento a saber, la situación económica, la violencia y la inseguridad y la corrupción, sin embargo, para ese año el estado de Tlaxcala tenía una buena dinámica económica, había generación de empleo y todavía se vivían los efectos de la estrategia económica del anterior gobierno encabezado por Mariano Gonzáles Zarur, la violencia y la inseguridad en la entidad estaba muy apartada de los graves problemas que había en otras entidades, la guerra contra el crimen organizado iniciado por Felipe Calderón y mantenida por Enrique Peña Nieto por fortuna no tuvieron efectos lamentables para el estado, la violencia no estaba desatada y el caso de la corrupción si bien seguramente había ésta no llegó a ser primeras planas en los medios locales y nacionales al menos no provocó caídas de exfuncionarios de primer nivel como ocurrió en otros estados de la república, lo anterior permite suponer que si bien el efecto AMLO sacudió al priismo local, las condiciones eran diametralmente distintas y en ese sentido la explicación de la derrota adquiere nuevos elementos, entre ellos están que: 1. El mandatario no logró o no quiso afianzar al partido y lo dejó a su suerte, 2. Que el partido sólo se hacía visible en procesos electorales, pero no había vida partidista, 3. Que no hubo generación de cuadros y el famoso cambio generacional nunca ocurrió, los mismos nombres siguieron ocupando las candidaturas generando exclusión y rechazo entre militantes que aún seguían creyendo en el partidazo y 4. Que la confianza en que las estructuras políticas del PRI haría la diferencia fue un sueño guajiro, porque los operadores gastaron millones de pesos sin resultados concretos el día de la jornada electoral. El PRI perdió en Tlaxcala porque no entendieron el efecto de AMLO y porque para ese entonces el partido iba en franca y profunda caída.

De hecho, en la elección de 2021, el PRI cosechó lo que sembró, nunca pudieron hacer una análisis serio del descalabro del 2018, creyeron que el dramático episodio de ese año no tendría efectos electorales en la elección para gobernador y que la 4T sería pasajera, minimizaron el efecto AMLO y apostaron a que las diferencias internas en Morena, terminarían por favorecer al gobierno del estado y al partido, creyeron que Lorena Cuellar estaba acabada políticamente y que no era rival para competir. Tuvieron tres años para remontar el descalabro y no hicieron nada para modificar su condición de partido derrotado en las urnas.

La elección de 2018 inició con el píe izquierdo porque si bien lograron que la candidata al gobierno del estado fuera del PRI, el partido local quedó atrapado en la decisiones nacionales, la alianza nacional y local Va por México y Unidos por Tlaxcala, generó un entramado de contradicciones, pues Anabel Avalos, se movió a lo largo de la campaña entre el panismo, el perredismo, el priismo y los otros partidos, perdiendo toda identidad partidista, el tricolor se diluyó hasta convertirse en un arcoíris desdibujado, a ello se sumó que la dirigencia estatal no logró construir una alianza local en los municipios y en el total de diputaciones locales por mayoría, generando un caos proselitista mayúsculo. El PRI quedó desdibujado, sin fuerza, sin estructuras y sin línea que asegurara su continuidad, la cosecha es que el partido se va por la puerta de atrás con más pena que gloria y que esta vez será muy difícil que vuelva por sus fueros, pues los priistas seguirán abandonado el barco que está a la deriva. Finalmente habrá que analizar el papel que jugaron los hermanos Mena, Marco Antonio y Fabricio en el adiós del PRI y ver su contribución en el colapso.

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