Con este número especial octubre-noviembre, casi cerramos el año dedicando la parte medular a un asunto muy sensible para la entidad poblana. Casi a punto de terminar el siclo de la LVII Legislatura, los congresistas se aplican a emitir una serie de leyes apresuradamente, corriendo el manido riesgo de hacerlo mal. Así pasó hace casi diez años, cuando se redacto, medianamente consultó y aprobó una Ley de Protección Civil que dejó muchos huecos. Y así está pasando con la Ley Estatal de Turismo. Como indica Lirio Azahalia González en su entrega para este número, la iniciativa de Ley, ahora como entonces, está siendo una traspolación del instrumento federal, e incurre en vaguedades que luego resultan ser las que busca –y de las que se beneficia– el pescador del río revuelto.
Uno de los problemas del nuevo instrumento, no menor, es la ausencia de mecanismos de consulta efectiva, que cumpla con la responsabilidad de ofrecer información suficiente acerca de lo que se pone a debate, y que tome en cuenta las voces de distintos actores y sujetos, yendo más allá: que fuera un proceso que examine críticamente el instrumento, lo corrija y mejore en aras de reflejar las preocupaciones y alternativas ofrecidas por aquéllos quienes van a ser directamente afectados por el cúmulo de nuevas definiciones, permisividades y restricciones, ellos son, los campesinos e indígenas que mayormente habitan en los territorios que son del interés para la actividad turística.
Con la tendencia prevaleciente en las políticas públicas de desarrollo –examinadas por múltiples observadores, quienes hay señalado la pauta de descampesinización, segregación y desposesión–, la nueva Ley de Turismo se pronuncia acerca de disponer de un modo u otro de ANP, territorios indígenas, patrimonio cultural tangible e intangible, recursos naturales. El impacto de un instrumento mal planteado, inclinado a favorecer a ciertos sectores, casualmente los que consolidan grandes capitales, por encima de otras mayorías, ofrece el riesgo de empeorar aún más los deterioros ambientales y sociales, tal y como lo hemos atestiguado en importantes zonas del país que han sido objeto de estas políticas de gran turismo, que depredan territorios y sólo heredan desastres y pobreza en sus múltiples formas.
Casi para terminar el año, matria replanteará sus fechas de salida con el fin de hacer honor al trabajo de sus colaboradores y el interés de los lectores, agradeciendo uno y otro.