Zedillo: el autócrata

El 10 de enero pasado, Ernesto Zedillo, afirmó sin rubor: “No necesitamos un país que sea una autocracia de partido hegemónico, donde el poder real e inmenso lo ejerza un caudillo instalado oculto a la oficina anexa de la Presidencia de la República, queremos una Presidenta de verdad que mande en el marco de las facultades constitucionales” (Valeria Moy y Suárez Vélez diario Reforma).

Para Zedillo, Andrés Manuel, es un caudillo, no un dirigente social. Refiriéndose al expresidente mexicano más querido y con el Gobierno mejor aprobado de la historia. Esta forma procaz, misógina de lastimar a la Presidenta, a sus 36 millones de votos y a los 8 de cada diez mexicanos que aprueban su gobierno.

Pero que podemos esperar de un priista que condujo al país a un desastre económico, mientras beneficiaba a un puñado de empresarios que habían contribuido a las campañas electorales del PRI, el que tuvo bajo su mando las matanzas de Acteal, Aguas Blancas, El Charco y El Bosque, el que vendió los ferrocarriles nacionales, los satélites mexicanos, puertos y aeropuertos, y la distribución del gas natural. Nada, no podemos esperar nada (Zedillo carece de legitimidad para hablar de democracia, coinciden candidatos a la SCJN).

El autócrata, con su célebre “rescate de los banqueros”, el Fobaproa, lo hizo fuera de la ley:Claudia  el dinero tendría que haber sido aportado por los mismos bancos para proteger a sus ahorradores, no por el Banco de México, ni por los excedentes petroleros. Eso fue ilegal. Lo hizo mediante un cochupo con el PAN, y lo seguimos y seguiremos pagando los mexicanos hasta el año 2042. Ese rescate fue inconstitucional. Lo ordenó como “Jefe de Jefes”, como un gris tecnócrata con poderes más allá de la Constitución. No lo aprobó el Congreso en ese 1995. Fue hasta 1998. Fue una decisión autocrática cuando como presidente cambió a su gusto toda la Suprema Corte de Justicia a unos días de haber tomado el cargo en sustitución del candidato asesinado, Luis Donaldo Colosio.

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Regresando al Fobaproa, Zedillo dijo en su segundo informe de “gobierno” presidencial de 1996, que el rescate sería de 180 mil millones de pesos, luego resultó de un billón 800 mil pesos, y ahora ya va en que uno de cada tres pesos que se deben provienen todavía del supuesto rescate bancario, sin siquiera pasar por la transparencia. Zedillo sabe que la información de a quiénes rescató sigue estando resguardada por el supuesto secreto bancario y el extinto Instituto de la Transparencia.

Zedillo, viene a hablar de “nubarrones” para la 4T en materia económica, cuando él y su antecesor, Salinas de Gortari, decían que creceríamos al cuatro por ciento y decrecimos al siete por ciento, que tendríamos una inflación de un dígito y llegó al 505 por ciento, que teníamos un peso fuerte cuando se devaluó 100 por ciento. No tiene autoridad moral ni política (México vuelve a endeudarse para pagar “error” de Zedillo).

En noviembre de 1998, Andrés Manuel López Obrador, denunció al Fobaproa e hizo una lista, que conocemos al día de hoy de sus principales beneficiarios: Grupo Mexicano de Desarrollo, propiedad de la Familia Ballesteros; la firma de bienes raíces Grupo Lomelí, las Zapaterías Calzado Canadá y Emyko; las Cooperativas Cemento Cruz Azul y el periódico Excélsior y las compañías como Latinea y Salinas y Rocha, el antecedente de Elektra de Ricardo Salinas Pliego.

Zedillo no sólo no sabe en qué país está parado cuando habla en sus teleconferencias del ITAM, sino que todavía no se ha enterado en qué país anduvo quesque gobernando.

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