Sí. Yo voto por Morena el próximo 6 de junio. En la Cámara de Diputados y en donde toque. Esta es mi confesional. Libre y nada secreta. Producto de las desatinadas reflexiones de eso que quise llamar un mexicano inventado.
Decía Max Aub, coqueto y sentido, que en México nunca dejas de ser extranjero aunque te nacionalices. No lo sé. Yo digo que nadie es profeta en su tierra y que las patrias no se eligen, te eligen.
Así que, ciudadano de todo derecho, impostado mexicano, o no, decido tomar partido. Y, aunque a nadie deban importarle mis querencias, decidí contar algunas razones de mi voto por Morena en las elecciones que vienen.
Esta vez, y con todos mis perdones, lo diré sin tanto rollo. Crudo y directo. A la yugular, quizás.
Sin más preámbulos, me lanzo al ruedo.
Mi voto por Morena: versión corta
Primero, la revelación. O algo parecido. De tanto afirmar que México está militarizado, debe llegar la insurrección colombiana para entender lo que es un Estado dispuesto a matar a unos muchos para proteger a unos pocos. Lo contrario de este México “autoritario”, digo yo.
Luego me tiene que llamar mi madre para recordarme que en las altas esferas madrileñas andan enojados porque Obrador no invita a la ex potencia colonial a celebrar la independencia de México.
Mientras las vestales de la hispanidad advierten que “habrá consecuencias”, yo lo celebro feliz.
Porque, entre otras cosas, todo lo que Ibedrola deje de ganar en México, lo ganaremos aquellos que en España nunca pudimos pararles los pies.
Luego me acuerdo también que yo dejé de estar subcontratado en mi trabajo y ahora tengo los mismos derechos que mis compañeros.
O en la pensión universal que, de complementarse con un seguro social para todos, hará la diferencia entre la miseria de siempre y un horizonte mejor.
Detalles que importan, ¿no?
Es más: estas son el tipo de cosas que para mí, como para otros millones, resultan de importancia suma. Porque yo no vivo de mirarme en el espejo de la diferencia y la identidad, sino de las condiciones materiales que me permiten reír, cantar y compartir los caminos de la vida con aquellos que amo.
Y para eso sirve la política, la gestión del Estado o esos impuestos que empiezan a pagar los ricos gracias a los cuales llegan todas estas vacunas que no acapararon los países ricos.
Muchas son las justas que vienen. Entre ellas, las que permitirán, o no, que los zopilotes del capitalismo verde nos carguen las cuentas de sus privados negocios y hasta por respirar paguemos.
Son todas estas cosas, tan insuficientes como concretas, las que hacen la diferencia entre aquel país de intereses creados y esta Cuarta Transformación que empezó a esbozarse en 2018.
Con todos los pecados y todos los errores, incluyendo la imperdonable tragedia del metro chilango (cuyos culpables espero ver caer), digo yo que ni quiero ni puedo olvidar la diferencia entre el pasado y el presente.
Aunque, a veces, se apodere de mi el narcisismo de la derrota, no me lo voy a consentir.
Así que, por mi parte, yo votaré por Morena.
Porque sí quiero que la Constitución vuelva a reflejar los anhelos del pueblo, y no los intereses de la oligarquía.
Junto a tantas otras cosas que dependen de una mayoría parlamentaria…
Ya que los mexicanos nacemos donde nos da la gana, y aquí será donde me entierren, quiero saber, cuando sea viejo y gruñón, que algo hice por mi primera patria. Y esa es una de ellas
El próximo 6 de junio yo voto por Morena.
Adenda: más razones para votar a Morena
“Estos instrumentos tienen un valor nominal pendiente de 691 mil millones de dólares y han sido emitidos por 62 países de ingresos medios y bajos. Los países en desarrollo están obligados a pagar 330.000 mil millones de dólares por el concepto de servicio de la deuda de estos bonos durante los próximos cinco años”.