Si se revisa la historia social del país en el siglo XX se puede concluir que la derecha conservadora nunca, o pocas veces, se involucró en las luchas del pueblo; por esa razón, entre otras, no ha logrado constituir un liderazgo social, ni en las últimas elecciones presidenciales difundir un programa que sólo ofrece “volver al pasado neoliberal.” En cambio, las fuerzas progresistas que, paulatinamente, se fueron integrando a Morena, lograron participar con su experiencia en las luchas democráticas y compartir un proyecto alternativo Nación, que se alejaba del neoliberalismo, para construir un sistema que vinculara el crecimiento de la economía con el bienestar de la población con estructuras donde se desarrollaran relaciones sociales que matizaran los impactos del capitalismo salvaje en el que se mueve el régimen neoliberal.
La política social puesta en marcha en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ha tenido un éxito indiscutible. Por ejemplo, de acuerdo con información del Banco Mundial, la mejora en el ingreso de los trabajadores y el aumento de las personas que tienen empleo, permitió a 9.5 millones de mexicanos salir de la pobreza (La Jornada, jueves 5/09/24, p. 19). Además, en este momento en 18 millones de familias en México hay, por lo menos, uno de sus miembros con algún apoyo monetario, lo cual ha elevado el poder adquisitivo de la población y fortalecido el mercado interno, lo que se traduce en más inversión y empleo. Todo ello y más, permitió a Morena convertirse en un liderazgo confiable, que reconoce a Andrés Manuel López Obrador como su líder indiscutible e hizo del Proyecto Alternativo de Nación un propósito claro y definido por el cual luchar, pues en esa lucha el pueblo veía el futuro de México.
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La votación alcanzada por Morena y sus partidos aliados el 2 de junio pasado, les permitió alcanzar, en la Cámara de Diputados, no sólo una mayoría holgada, sino también la mayoría calificada (dos tercios de la Cámara de Diputados o de los asistentes a la asamblea), que permite aprobar cambios y adiciones a la Constitución Política. De hecho, Morena no tiene, y nunca ha tenido, la mayoría calificada, ésta se logra con sus propios votos, sumados a los obtenidos por los partidos aliados. En el Senado, Morena y sus aliados obtuvieron la mayoría, pero no la mayoría absoluta, que se alcanzó al momento en que un senador del PAN votó con en favor de la reforma Judicial.
La mayoría absoluta obtenida en ambas cámaras, ha dicho la oposición conservadora, supone al gobierno de la Cuarta Transformación en condición de dictadura. Torpe aseveración, que muestra no tener una idea de lo que es una dictadura.
Pero hay otro aspecto que no puede pasar desapercibido y que es el núcleo fundamental de la reforma al Poder Judicial, molesta a quienes creen, y afirman, que puede haber democracia sin pueblo y, en consecuencia, afirman que para elegir a los candidatos más preparados a los distintos cargos en el Poder Judicial es necesario acudir a la quietud de los sótanos del poder para que un pequeño grupo de iniciados designen a quien ellos decidan. Sin embargo, como ahora muchos millones de mexicanos, sabedores que el pueblo debe mandar, elegir y evaluar la conducta de los elegidos por mayoría de votos, que es uno de los pilares de la Democracia, participarán en las elecciones de quienes en el Poder Judicial habrán de impartir justicia en un país que se transforma.
¡Ahora sí! Los ocupantes de los tres poderes de la República son elegidos por el pueblo; ahora, magistrados, ministros y jueces sólo responderán con su conducta en la impartición de justicia a quienes los eligieron.
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