Las náuseas, vómitos y diarrea son síntomas comunes que pueden tener múltiples causas, desde infecciones hasta enfermedades crónicas. Aunque definitivamente las infecciones constituyen la causa más frecuente, se debe priorizar al tipo de agente biológico que las genera en una forma predominante.
Los virus representan la causa más común, caracterizados por Rotavirus, Norovirus, Adenovirus, Virus influenza y hasta el SARS-CoV-2 (este último, causante de Covid-19). Secundariamente se deben de considerar a bacterias como Escherichia coli (También conocida como E. coli), Salmonella, Shigella, Campylobacter o Staphylococcus. Sobresale Clostridioides difficile que se asocia a la administración de antibióticos; para finalizar con parásitos como Giardia lamblia, Entamoeba histolytica y Cryptosporidium.
También es necesario considerar que ciertas toxinas o sustancias químicas pueden dar lugar a estas molestias; o inclusive los efectos secundarios de medicamentos como antibióticos que alteran el equilibrio de microbios en el intestino.
Por todos es conocido que las quimioterapias generan importantes náuseas y vómito, así como los analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). La lista puede alargarse en un número sorprendente de causas, desde enfermedades metabólicas hasta el mismo embarazo; sin embargo, en esta temporada de calor es importante destacar el papel que juega la intoxicación alimentaria por Staphylococcus aureus (S. aureus), cuyo mecanismo de acción para producir enfermedad es particularmente interesante.
Este importante problema de salud que se caracteriza por síntomas agudos como náuseas, vómitos diarrea y consecuente deshidratación, es provocada por la ingestión de enterotoxinas que se forman en alimentos contaminados. Las enterotoxinas estafilocócicas (SEs) son los principales factores de daño en S. aureus y se clasifican en dos grupos: las clásicas (SEA-SEE) y las más recientes (SEG-SEY).
Las enterotoxinas estafilocócicas son altamente resistentes a la desnaturalización, lo que les permite mantener su actividad en alimentos previamente contaminados. Entre las enterotoxinas clásicas, la SEA es la que más comúnmente se asocia con brotes de intoxicación alimentaria. Estas toxinas poseen actividad super antigénica, lo que contribuye a su capacidad para inducir náuseas, vómitos y otros síntomas gastrointestinales, como dolor de tipo cólico. Su estabilidad térmica varía, lo que implica que algunas pueden resistir procesos de inactivación por calor comúnmente utilizados en el procesamiento de alimentos. Por ejemplo, la SEH ha demostrado ser extremadamente estable a pH neutro, manteniendo su estructura incluso a temperaturas de hasta 95°C. Esta variabilidad en la estabilidad térmica de las diferentes enterotoxinas subraya la necesidad de considerar perfiles específicos de inactivación, como algunos productos químicos o enzimas, para mejorar la seguridad alimentaria.
La prevalencia de S. aureus y sus enterotoxinas en productos lácteos es una preocupación global, con estudios que muestran una alta prevalencia en leche cruda y productos lácteos, lo que resalta la importancia de mejorar la higiene en la producción y procesamiento de estos alimentos. Además, la resistencia a antibióticos de S. aureus es un problema creciente, lo que complica aún más el control de esta bacteria en la cadena alimentaria.
En resumen, la intoxicación alimentaria por Staphylococcus aureus es un problema complejo que involucra la producción de enterotoxinas resistentes y la prevalencia de cepas resistentes a antibióticos en la cadena alimentaria. La mejoría de las prácticas de higiene y el control de la contaminación en la producción de alimentos, son esenciales para mitigar este riesgo.
Por último, resulta preocupante la alta frecuencia con la que se aborda este problema de salud con medicamentos que contrarrestan la náusea, los vómitos y la diarrea, cuando estas manifestaciones clínicas representan un método natural de, digamos “limpieza” interna de toxinas. Resulta lógico pensar que la presencia prolongada de estas sustancias solamente redundará en un mayor tiempo de resolución de la enfermedad, cuando se inhiben los síntomas con medicinas.
Lo mismo sucede con el tratamiento de antibióticos que no tiene absolutamente razón de ser. Si imaginamos que las bacterias se eliminan con las altas temperaturas durante la cocción de alimentos, no sucede lo mismo con las enterotoxinas que son termoestables, es decir que son muy resistentes al calor extremo. Así, lo mejor es permitir que la naturaleza haga lo propio.
Lo más natural es dejar que el cuerpo se depure, sin forzar su proceso con fármacos innecesarios.
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