Sábado, abril 26, 2025

¿Volver al pasado?

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Aprovechando el foro que les brindó el empresariado, los aspirantes a la candidatura presidencial de la oposición política han discurrido acerca de la estructura energética del país, sin reconocer sus pasadas fechorías partidarias cuando fueron gobierno. Proponen, a tientas, sus formulaciones de campaña. Alegan que reformarán y auditarán el estado que guardan las dos grandes empresas públicas del país: Pemex, a la que hasta le cambiarían de nombre, y la CFE; insisten en la difundida plataforma de las energías limpias, considerando sólo a la eólica y la voltaica, generadoras intermitentes de electricidad, pero soslayan, tramposamente, el efecto alterable que causan en la estabilidad en el sistema. También dicen que sustituirían el uso de los recursos fósiles sin explorar y explicar el uso que éstos tienen todavía hoy y en el futuro inmediato. 

Estas posturas adelantadas son completamente falseadas; en nada se distinguen de aquellas del viejo modelo concentrador e injusto, es decir, proponen regresar, hasta con chistoretes de fingida alegría y gracia, a ese pasado privatizador que ya desapareció del horizonte nacional. Sus improvisaciones no se registran en el tiempo, menos aún de las transformaciones en proceso que han incidido sobre la conciencia ciudadana. En tan sólo cuatro años, se ha dado un cambio profundo en esa realidad. Las empresas, ahora vistas como del Estado, son pivotes de la soberanía energética de México. Les falta un buen tramo que recorrer a ambos organismos, pero los que han dado son de una solidez envidiable. No habrá ruta en reversa, muy a pesar de las numerosas trabas desde la oposición, el aparato legal y los intereses externos. 

Fueron los del PRIAN quienes martirizaron a estas valiosas empresas. Pusieron su conducción en manos de deshonestos personajes. Las encaminaron, con crueldad excesiva, a la extinción. También las endeudaron hasta lo inconcebible, lograron situar al sector energético como una entidad con serias vulnerabilidades. Ahora arguyen, repitiendo tonterías, que Pemex está quebrada y requiere una revisión integral. No aceptan su enorme contribución en el sostenimiento de la hacienda pública. Muy a pesar de la irracional explotación de los enormes depósitos de crudo y gas que se hizo. Estos negociantes, también evasores fiscales, fueron consistentemente perdonados sin penas, rondaban, obsequiosos, por todos los pasillos del poder, traficando influencias. Movían los resortes al amparo de la abundancia petrolera. Abundancia que, por otro lado, pretendían finiquitar después o entregarla al extranjero. Siempre se confiaba en los inagotables ingresos de la exportación de crudos y el precio subsidiado de la electricidad, para rellenar los huecos en los recursos públicos y ensanchar privadas talegas denigrantes. 

Ahora, esta oposición alega que ven el futuro, que son modernos, que arreglarán lo descompuesto. No se dan cuenta de que sus partidos fueron y son parte de la estructura que todo lo contaminó. De los grotescos dispendios en que incurrieron junto con su entreguismo visceral. Es preciso que se reexamine lo que están queriendo configurar como motivos de campaña. No se puede dejar pasar semejante distorsión y cinismo. No tienen otra propuesta en mente. Lo que el señor Gurría les acercará con su plan, no será diferente de lo que está contenido en la reforma de 2014 que tantas fanfarrias les acarreó. 

Bien por los dirigentes de Morena que emprendieron la tarea de perfeccionar sus visiones con la mirada puesta en lo que hará su próximo gobierno: reexaminar lo hecho y comprometerse en su continuidad para consolidar la soberanía energética

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