En un hecho sin precedentes en Puebla, Blanca Esmeralda Gallardo, madre de Betzabé Alvarado Gallardo, desaparecida a la edad de 22 años, fue asesinada por sujetos que le dispararon en al menos 10 ocasiones desde un vehículo en movimiento, cuando la víctima esperaba el transporte público en Villa Frontera, la colonia en la que su hija desapareció, el 13 de enero del año pasado.
Se sabe que la madre buscadora había señalado a un narcomenudista como el culpable de la desaparición de su hija.
La primera hipótesis que arroja el sentido común es que el crimen en contra de Blanca Esmeralda Gallardo tiene todos los indicios de haber sido cometido por organizaciones delincuenciales profesionales, pero más allá de las especulaciones, lo cierto es que, por desgracia, Puebla se ha convertido en un estado en el que la violencia en contra de las mujeres parece imparable.
También queda claro que las políticas públicas implementadas desde los tres niveles de gobierno, los marcos normativos promulgados o reformados para supuestamente proteger a las mujeres y los recursos como la Alerta de Género han demostrado su fracaso, porque la violencia, lejos de menguar, aumenta.
Las autoridades tienen frente así un reto enorme que no las puede rebasar y que debe comenzar con la actuación eficiente de la Fiscalía General del Estado detenga al o los homicidas de Blanca Esmeralda Gallardo y el resto de las instituciones colabore de manera real y eficiente en la localización de las personas desaparecidas en Puebla.