Tras casi siete años de lucha judicial, Ivonne Daniela Flores Mustre logró una victoria significativa: su expareja, David N, fue vinculado a proceso por el delito de sustracción de menores con agravante de violencia vicaria. La decisión fue tomada después de una audiencia de casi diez horas, marcando un paso crucial en la batalla legal por recuperar la custodia de su hija.
Desde 2018, Daniela Flores ha luchado por recuperar a su hija, de quien fue separada luego de que David N. la denunciara por supuesto abuso sexual, acusación que ha sido desmentida en múltiples ocasiones por su defensa legal. A pesar de existir un acuerdo de custodia compartida, Ivonne solo puede ver a su hija unas horas a la semana, bajo la vigilancia del Centro de Convivencia Familiar.
En 2021, la abogada feminista Cecilia Monzón, asesinada en 2022, asumió la defensa de Ivonne, logrando desechar las acusaciones en tres ocasiones. Sin embargo, tras su feminicidio, el proceso se reactivó, y con él, surgieron nuevas denuncias por violencia familiar en 2025, las cuales han sido interpretadas por colectivos feministas como mecanismos de revictimización.
La agrupación Mujeres por el Derecho al Cuidado y una Vida Libre de Violencia, que ha acompañado a Flores Mustre durante años, celebró el fallo y recordó que este proceso no fue sencillo, ya que se trató del quinto intento por conseguir la vinculación. En su pronunciamiento, destacaron la importancia de no claudicar y reafirmaron su compromiso con las mujeres que enfrentan esta forma de violencia.
Por más de seis años, Daniela Flores tuvo que hacer frente a un sistema judicial que le negó la recuperación de su hija, a pesar de que autoridades del Centro de Convivencia Familiar (Cecofam) e integrantes del mismo Poder Judicial acreditaron la fuerte conexión y vínculo entre ambas.
La violencia que ha sufrido Daniela Flores se remonta a su noviazgo con David N, cuando ella apenas tenía 15 años de edad. Conoció a David durante un viaje a Europa; él cuenta con nacionalidad franco-inglesa. Ante sus insistencias y una constante dinámica de celos, ella accedió a casarse con él, influida por la presión emocional que ejercía sobre ella.
Después de 17 años de matrimonio, la entonces pareja se mudó al estado de Puebla, ya que David N. aseguró que debían huir de Francia, país donde residían, porque corría el riesgo de ser encarcelado.
Fue en México donde Daniela Flores decidió terminar la relación, tras ser víctima de episodios de violencia, como el impedimento sistemático para acceder a su propio domicilio.
Desde entonces, la violencia aumentó. Tres semanas después del divorcio, David N. impidió que Daniela volviera a ver a su hija, denunciándola por abuso sexual en contra de la menor, una acusación que ha sido desestimada por la defensa de Flores Mustre.
El caso fue asumido por la abogada feminista Cecilia Monzón, quien logró que en 2021 se emitiera una sentencia condenatoria contra David N por violencia familiar. No obstante, el feminicidio de Monzón en 2022, crimen que continúa impune, impidió que se concretara el pago por reparación del daño que ambas habían solicitado.
En mayo de 2025, diversas organizaciones defensoras de derechos humanos, entre ellas Madres Exigiendo Justicia contra la Violencia Vicaria, Sororas, REDefine Puebla y Red Plural de Mujeres, denunciaron públicamente los discursos conservadores que intentan deslegitimar los testimonios de las víctimas y debilitar los avances legislativos alcanzados en torno a la violencia vicaria. Exigieron a las instituciones y a los medios de comunicación actuar con responsabilidad y en apego a los derechos humanos, sin ceder ante estigmas ni estereotipos.
Particularmente, señalaron que David N. ha utilizado su influencia como coach motivacional y su poder adquisitivo para impulsar campañas a su favor, en las que se presenta como víctima. Además, acudió a la audiencia celebrada en mayo con un grupo de apoyo que buscaba desacreditar públicamente a Daniela Flores Mustre.