El caso estaba visto para sentencia. Y la sentencia se pronunció en el GP de Las Vegas, uno de los trazados callejeros más interesantes de la F1: con entrar en quinto lugar, Mad Max tuvo suficiente para refrendar el título mundial e inscribir su nombre por cuarta ocasión en la lista de los ases mayores, los Shumacher (7 títulos), Hamilton (7), Fangio (5), Prost (4), Vettel (4), Braham (3), Stewart (3), Lauda (3), Piquet (3), Senna (3), y sobre la estela de inmortales de la talla de Jim Clark, Alberto Ascari, Graham Hill, Niki Lauda, Emerson Fittipaldi, cuya calidad está por encima de cualquier estadística.
Sobre la pista del estado de Nevada, en la noche de la ciudad de juego y el derroche, circulaban dos excampeones del mundo –Hamilton y Alonso–, el asturiano convertido en el abuelo de la categoría (43 años), el inglés aprovechando el repunte de Mercedes para apoderarse del segundo puesto, tanto en la parrilla de salida como en el podio. Pero por más que hizo una gran carrera, Lewis no pudo darle alcance a su coequipero George Russell, que dominó la prueba de punta a punta y ganó un GP por segunda vez en su vida. Tercero fue Carlos Sainz, en consistente reclamo a Ferrari que, con la firma de Hamilton para 2025, ha decidido prescindir de sus servicios, muy a pesar de que el madrileño está teniendo un cierre superior al de Charles Leclerc, el niño bonito de Montecarlo, favorito de los mandamases de la célebre escudería del caballo rampante.
La fase final de una temporada a punto de expirar, que había sido dominada por los McLaren de tal manera que su piloto estelar Lando Norris llegó a convertirse para muchos en seria amenaza para Verstappen y el declinante rendimiento de los Red Bull –no para nosotros, dado el abismo en calidad que separa a Max de Lando–, cedió en Las Vegas a los Mercedes el puesto de honor. Y lo que es peor, quedó por detrás tanto de los dos ferraristas (Leclerc llegó cuarto) como del indómito campeón holandés (Norris 6º, Piastri 7º), detalle que entregó directamente el título al ahora tetracampeón.
¿Y el otro Red Bull? Checo Pérez, en línea descendente, arrancó en el puesto 16 y harto hizo con colarse finalmente al 10º para rescatar uno de sus últimos puntos en la F1, pues es de dudar que, con sus desempeños últimos, vaya a continuar en la categoría reina. Delante de Sergio habían tomado la bandera a cuadros –agitada por Silvester Stallone– Nico Hülkenberg (Hass) y Yuki Tsunoda (RB). Franco Colapinto, la gran revelación de la temporada, chocó durante la Q2 clasificatoria y quedó fuera de los puntos (14º), con lo que puede decirse que, al cierre del campeonato, está pagando la novatada.
Las tablas. La coronación de Verstappen por cuarta ocasión consecutiva estuvo acompañada, como decíamos, por la resurrección de los Mercedes en perjuicio directo de los McLaren e indirecto de Lando Norris. De todos modos, el londinense permanece en el 2º lugar de la clasificación individual (340 puntos contra 403 del campeón), seguido por Leclerc (319), Piastri (268), Sáinz (259), Russell (217) y Hamilton (208), que relegaron a Sergio Pérez (152) a un modesto 8º lugar, impropio de quien tiene a su disposición el segundo auto de la escudería que coronó por cuarta vez a Verstappen.
Eso sí, hace meses que Red Bull (puntaje de 555 al día de ayer) no encabeza la tabla de constructores, relegado al tercer puesto por McLaren (608) y Ferrari (584), todos ellos lejos de Mercedes (425). Cinco de las escuderías restantes (Aston Martin, Haas, Alpine, RB y Williams) se reparten la morralla, en el entendido de que sus presupuestos no les permitían aspirar a otra cosa.
La “hazaña” del Tri. Razón tenía la publicrónica papelera, radiofónica, redista y sobre todo televisiva al clamar que la venganza era inevitable, luego del papelón en San Pedro Sula y las mentadas del Vasco a la tribuna respondidas con aquella lata de cerveza tan artera y certeramente lanzada. En Toluca no hubo más pipa que la del Tri, se confirmó que Honduras tiene una de las selecciones más modestas de su historia y lo que hubo fue una sesión de tiro al blanco, es decir, al marco encomendado al atribulado Edrik Menjívar, que ya no sentía lo duro sino lo tupido.
De todos modos, costó 42´ de asedio rendir la frágil fortificación hondureña (le tocó a Raúl Alonso volar el cerrojo), y ya lo demás fue coser y cantar, con doblete a cargo del yuca Henry Martín –que sigue reclamando un trato más equitativo por parte de Aguirre– y otro examericanista, Jorge Sánchez, como tercer anotador. Futbol hubo muy poco, pero al menos se cumplió con la obligación de alcanzar las semifinales de la muy forzada, hechiza e irrelevante Copa de Naciones de la Concacaf. Los otros clasificados fueron, como desde los tanteos iniciales se esperaba, Canadá, Estados Unidos y Panamá.
El sorteo determinó que la semifinal México-Canadá se juegue el 20 de marzo próximo, mientras que EU-Panamá dirimirán al otro finalista tres días después. Ambos encuentros en el Sofi Stadium de Inglewood, California.
Play in. Así bautizaron los charros de la Rama, probadamente pochos todos ellos, los partiditos extra sacados de su muy ancha manga –para que quepan los dineros que deja la tele– en disputa de los dos últimos lugares de la liguilla por el título del Apertura 2024. La programación del tal play in es un relajo en toda forma, de modo que de los primeros ganadores –Atlas y América, éste a través de desempate desde el punto de penal–, solamente las Águilas del canal de las estrellas aseguraron lugar en los cuartos de final –donde su rival será el Toluca–, porque Xolos y rojinegros dirimían anoche el privilegio de contender con Cruz Azul en la dilatada eliminatoria liguillera.
Recordemos que el América, jugando de visitante, empató a dos en el último suspiro el encuentro eliminatorio de Tijuana –en los penales, Malagón se erigiría en héroe insurgente del americanismo, sin que eso sirva para disimular las malas ejecuciones de ambos lados desde los once pasos–, y con eso ha tenido para calificarse. En cambio, el Atlas, tras derrotar a las Chivas en el Akron (1-2), tuvo que enfrentarse anoche con Xolos para poder colarse a los ¼´s de final. Duelo aún por celebrarse cuando esto escribo, donde mi gallo era el perrito tijuanense.