Ciudad del Vaticano. – La Academia Pontificia para la Vida (organismo creado por el papa Juan Pablo II) emitió el día de ayer 4 de marzo un comunicado en el que respaldó la postura de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF) que se pronunció en contra de la oficialización de la inclusión en la constitución francesa del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo por parte de la mujer al reiterar:
“el aborto, que sigue siendo un ataque a la vida desde el principio, no puede verse exclusivamente desde la perspectiva de los derechos de la mujer”…
La inclusión oficial del derecho convirtió a Francia en el primero del mundo en incluir tal derecho en su carta magna.
En líneas posteriores del comunicado emitido por la Academia, mencionan:
“en la era de los derechos humanos universales no puede haber un “derecho” a quitar una vida humana”.
Por su parte, el primer ministro francés Gabriel Attal mencionó:
“Todavía estamos lejos de haber llegado al final del camino. Pero paso a paso, la igualdad se va acercando. Al garantizar en nuestra Constitución la libertad de recurrir a la INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA del embarazo, concedemos una segunda victoria a Simone Weil, y a todas las que han abierto el camino. Sobre todo, mandamos un mensaje a todas las mujeres, vuestro cuerpo os pertenece y nadie tiene derecho a disponer de él en vuestro lugar.”
Posteriormente se hizo un llamado a “todos los gobiernos y a todas las tradiciones religiosas” para emprender acciones en pro de la “protección de la vida” y aclaró que la protección de la misma
“sólo puede desarrollarse en un mundo libre de conflictos y laceraciones, con una ciencia, una tecnología, una industria al servicio de la persona humana y de la fraternidad”.
Para finalizar, se parafraseo al papa Francisco para dirigir unas palabras a la iglesia católica
(…) “Se trata de actuar a nivel cultural y educativo para transmitir a las generaciones futuras la actitud de solidaridad, de atención, de hospitalidad, sabiendo muy bien que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino de todos aquellos que, trabajando para construir relaciones fraternas, reconocen el valor de cada persona, incluso cuando es frágil y sufre”.