El amanecer del sábado 30 de abril nos recibió por el oriente, como siempre, en plena Angelópolis, con un inmenso sol redondo y amarillo (en realidad rojo), a la manera de la canción de Concha Michel, compañera de andanzas revolucionarias de Hernán Laborde.
Hace fresco, como casi todas las mañanas en la capital poblana. Tomamos hacia el lado contrario, al occidente, rumbo los linderos con el Estado de Guerrero, en plena Mixteca poblana, específicamente vamos a Ixcamilpa, que nos dicen, está a tres horas. Vamos con entusiasmo, proseguimos nuestro andar por la ruta de Zapata en Puebla, conociendo y aprendiendo cada día más. Redescubriendo cosas, acontecimientos y costumbres arraigadas de los poblanos de las zonas visitadas. Lamento entonces que haya quienes no tienen el menor interés por conocer su historia, su pasado, a los suyos. Pasamos a un lado de Atlixco y, poco después, de Izúcar de Matamoros y del ingenio de Atencingo (quizá el más importante del país), de los grandes cañaverales, pasa el tiempo y va cambiando el paisaje, vamos entrando a la montaña, agreste, por ahora seca, llena de cactáceas y garambullos, algunos letreros nos dicen que es el camino a Chietla y a Huehuetlán el Chico, pero no los seguimos. Nos adentramos en terrenos de Axochiapan, Morelos, lo cual me hace pensar en lo virtual de las fronteras estatales, por lo menos en esa región. Ahí hacemos una parada técnica, pues han pasado más de dos horas de haber salido de Puebla. Los Laureles se llama el lugar, sencillo, pero sumamente sabroso lo que se come, yo, una costilla de puerco en salsa verde con frijoles. Disfruto el desayuno después de la desmañanada. Proseguimos el camino, volvemos a adentrarnos en territorio poblano, estamos a más de una hora de nuestro destino.
De repente, estamos en la sierra, curva tras curva, va subiendo la temperatura. Volvemos a la montaña. El trayecto se me hace más largo de lo que esperaba, nos vamos acercando al mediodía. Vemos un cortijo de madera, se acerca a lo que necesitamos para una escena del proyecto de película sobre Zapata. Estamos cerca de Ixcamilpa, un bonito pueblo con zonas verdes, gracias a las aguas de vertientes del río Atoyac.
A la entrada de la cabecera municipal nos espera una camioneta de la policía. No vamos al centro de esa comunidad, sino un poco más arriba, por camino de terracería, a un par de kilómetros de Buenavista de Zapata, lugar preciso donde justo hace 110 años se realizó la primera restitución de tierras por parte del zapatismo, antes ni siquiera se habían dado en lugar alguno de Morelos.
Es mediodía y hace un sol infernal, empieza la caminata hacia el poblado referido, la avanzada del contingente la compone un lugareño que lleva en sus manos la asta de la bandera nacional, el otro extremo de la misma la sostiene la diputada local morenista Azucena Rosas. Más adelante espera el presidente municipal de Ixcamilpa, Doroteo Quintero, militante dl PSI. Ya en el poblado espera un contingente de la telesecundaria del lugar. Los asistentes se colocan en un rectángulo abajo del toldo colocado en la plaza principal de Buenavista de Zapata. El presídium justo se ubica frente al busto del líder campesino sureño.
Salvo un breve saludo final por parte del presidente municipal, realmente la única oradora es la diputada Azucena Rosas, quien nos hace un apretado relato de los principales acontecimientos zapatistas llevados a cabo en la Mixteca poblana. Se refería al nombramiento de Zapata como máximo dirigente del Ejército Libertador del Sur, el 25 de marzo de 1911 en Jolalpan; la suscripción de la proclama contrarrevolucionaria en Dos Ríos, en septiembre del mismo año: la firma del Plan de Ayala, en Ayoxuxtla, el 28 de noviembre de 1911 y, la restitución de tierras el día como en esa ocasión, pero de 1912, y precisamente en el lugar donde nos encontramos presentes.
Vale un comentario sobre la diputada Rosas. No es la primera vez que coincidimos en algún lugar de la Mixteca, anteriormente estuvimos dos veces en Jolalpan, una vez en Atencingo y ahora en Ixcamilpa, Esto ha sido suficiente para que concluya en una cuestión. Esta legisladora es de las pocas que conozco que regresan a su distrito, trabajan a ras de piso, están con la gente y no se marean subiéndose a un ladrillo. Mi reconocimiento.
Otra observación que surge de la visita a Ixcamilpa, es el enorme arraigo zapatista a más de un siglo de distancia, en prácticamente toda la Mixteca poblana, por lo menos los visitados hasta ahora, sentimiento que no encontramos entre los habitantes de la capital del Estado o de lugares cercanos como Cholula y Atlixco. No es una cuestión menor, pues muestra que sigue en manifiesto el espíritu de lucha que prevalece en los lugareños. De ahí el enorme significado de eventos que aún la modestia en su realización, subliman la historia de estos hombres y son recordados con orgullo por sus descendientes, como fue el caso del viejo y desconocido zapatista de Ixcamilpa, don Luis López, cuya historia nos la contó la hoy anciana María de Jesús López.
Comemos con los hombres y mujeres de Ixcamilpa y regresamos a Puebla, ya por terminar la tarde. Llegamos cansados pero satisfechos. Ese día habíamos conocido algo intangible del zapatismo en la Mixteca poblana.