Sábado, diciembre 14, 2024

Turismo de guerra

La fotografía, desde su existencia, ha documentado la vida de las personas en todo el mundo. En manos de fotógrafos experimentados, ha dado cuenta de diversidad de temas, ya sea que registre el paso del tiempo en una sabana africana, la vida cotidiana en una aldea del Amazonas, el paso vertiginoso de las poderosas motocicletas en los premios GP, los estragos ocasionados por el paso de un huracán o, quizá lo más impactante, el cúmulo de desgracias, atrocidades, dolor y muerte relacionados con una guerra. Numerosos fotógrafos y fotógrafas, anónimos o reconocidos a nivel internacional, han documentado conflictos en todo el orbe, arriesgando su vida para registrar tales acontecimientos y mostrarlos al mundo entero; muchos han muerto al hacerlo y quedan en los anales del periodismo. Las imágenes, cargadas de dramatismo, transmiten sensaciones, proyectan emociones y provocan indignación, empatía, dolor. Gracias a estos profesionales de la imagen, tenemos memoria de nuestro mundo, incluida quizá la peor parte, la que se expresa en la guerra. Sin embargo, aquí no hablaré del trabajo de estos personajes, sino hablaré de la imagen obtenida con fines muy diferentes a los del registro periodístico de la guerra, sino a su documentación para integrar un álbum personal o grupal, del orgullo provocado por el desarrollo “correcto” de actividades terribles, realizadas en contra del enemigo y su población. Quizá el ejemplo más célebre de lo que hablo, es el álbum conmemorativo llamado “Stroop Report”, elaborado por los nazis y que, según el reportaje  “Las ‘fotos trofeo’ que tomaron los soldados de la Alemania nazi y con las que dejaron testimonio del Holocausto” publicado en el portal de la BBC en enero de 2023,  “’Encuadernado en cuero, el informe pretendía ser un álbum de recuerdo para que Heinrich Himmler (jefe máximo de las SS) celebrara la victoria ganada con tanto esfuerzo’, relata en su web el Museo del Holocausto de EE.UU. en un texto publicado sobre esta imagen”. En efecto, los nazis documentaron muchos de los pasos seguidos para cumplir con la denominada “Solución Final”, el plan para eliminar a millones de judios -y otros grupos étnicos de paso, claro está- del escenario europeo y que tuvo verificativo entre 1941 y 1945. Para dicha documentación, se debieron destinar equipos fotográficos en todos los escenarios donde ocurría esta actividad. Sin embargo, como bien informa el reportaje, en “las décadas de 1920 y 1930, la fotografía se había vuelto muy popular en Alemania. (…) ‘Entonces era muy fácil conseguir una cámara portátil, la leica de bolsillo, que llegó al mercado en la década de 1930, cuando la fotografía crecía como un hobby favorito entre los alemanes: 10% de la población del país poseía una cámara propia para 1939’, señala Wendy Lowell, profesora de Historia del Claremont McKenna College (California) y autora de The Ravine, un libro sobre la fotografía de la masacre de una familia judía en Ucrania”. Por tanto, como se ve, la fotografía estaba al alcance de cualquiera y, no sería problema poder documentar el Holocausto.

En el reportaje hay una imagen impactante, tomada en Ucrania durante el avance de los ejércitos alemanes en la invasión a la Unión Soviética: vemos a un civil judío que de rodillas, frente a una fosa común, observa a la cámara mientras un soldado alemán sostiene una pistola junto a su cabeza. El resultado es perfectamente imaginable. La imagen es impactante por varias razones. Primero, por la actitud de expectación, terror y hasta cierta pasividad por parte de la víctima, justo al borde de la muerte; segundo, por la mirada casual, aprobatoria, cómplice y hasta divertida, de un grupo de soldados que observan la escena en el fondo. Imaginar la frialdad con la que se toma la imagen hiela la sangre. Bueno, al menos a mí. El museo de la Memoria y Tolerancia, en Ciudad de México, espacio donde se documentan los diversos genocidios cometidos en la historia reciente del mundo, pero en especial el Holocausto judío, está repleto de fotografías, muchas provenientes de estos registros. Quizá las que más me impactaron fueron las de montañas de zapatos y ropa que eran retirados a los judíos en los campos de exterminio antes de introducirlos a las cámaras de gas. Para muchos asistentes al museo en aquella ocasión que visité el lugar, las imágenes no provocaban sensación ninguna, al menos no aparente. Por acá escuché risitas, por allá algún adolescente fastidiado porque lo llevaron al museo un domingo. En fin, ya regresaré en un momento a este museo y a lo que implica. Según Janina Struck, -fotógrafa entrevistada para el reportaje de la BBC, “Los soldados en todas las guerras toman fotos de matanzas, de sus trofeos, porque sus trofeos son el enemigo. Es un trofeo, un recuerdo de la guerra. No creo que los soldados alemanes fueran excepcionales porque los soldados toman fotos en sus guerras, como hicieron los estadounidenses en Irak”. En efecto, es un trofeo, un recuerdo, un souvenir para conmemorar el paso por un conflicto, por una guerra. Es como si esos solados fueran turistas en un escenario dantesco repleto de destrucción y muerte y, no en pocos casos, tortura y genocidio. Gracias a tan diligentes soldados, tenemos registro de las atrocidades que ellos cometieron bajo las órdenes de sus generales; y, también, podemos ver cómo disfrutaban de hacerlo, lo que los condena, indudablemente. Desafortunadamente, como veremos, más adelante, esto es un recuerdo del pasado, pero, representa una práctica del presente.

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Ahora, en una imagen, con todo el estilo de la selfie “instagrameable”, vemos a un grupo de soldados, hombres y mujeres, que posan frente a un barrio derruido; allá vemos un video de otros soldados que posan en una escena terrible donde demuelen un edificio al que han colocado bombas con antelación para destruirlo exprofeso; otro video donde aparecen prisioneros hincados, vendados y maniatados y soldados burlándose de uno de ellos que, al parecer, se ha orinado encima; hay otro video hecho con un dron que se desprende de tres soldados que portan orgullosos una bandera y que muestran, una vez que se abre la toma, la destrucción de todo el barrio; todos estos videos son perfectamente “tiktokeables”. Como imaginará quien lea esto, ya no hablo de los nazis orgullosos de aniquilar judíos. Ahora hablo de soldados israelíes que postean en sus redes sociales imágenes y videos de la destrucción que han provocado y de los crímenes de guerra que realizan desde hace ya más de un año en Gaza y ahora en el Líbano con total descaro e impunidad. Invito a quien lea esto a ver el reportaje publicado por el portal AJ+ intitulado “El macabro ‘show’ de los soldados israelíes en TikTok” y que está disponible en su canal de YouTube. Esta guerra me ha causado indignación por muchas razones, pero una de las principales es por el descarado plan de Israel de hacerse de tierras en los territorios que están ocupando. De hecho, vemos a través de los videos que ellos mismos publican, que demuelen edificios que ya han sido “liberados de terroristas” de Hamás. ¿Para qué?, ¿Para adelantarle el trabajo a los colonos israelíes que ocuparán el espacio después? Se trata de un auténtico genocidio perpetrado por el estado judío y que es documentado y exhibido por sus soldados, con lujo de detalle, tal como lo hicieron los nazis, pero ahora en vivo y en directo a través de sus redes sociales. Indignan las sonrisas de los soldados burlándose, regodeándose con la destrucción; indigna -quizá más- la displicencia con la que sus generales justifican las acciones y occidente y el mundo entero observa sin poder hacer nada. Indigna la hipocresía de la comunidad judía en todo el orbe que ve cómo los ejércitos de ese país realizan semejantes atrocidades con total impunidad pretextando una lucha contra el terrorismo y la supuesta búsqueda de los rehenes capturados por Hamás en octubre de 2023. ¿Ya olvidaron tan pronto lo que vivieron? Estos soldados son equiparables a los nazis y su líder, Netanyahu, a un Hitler de la actualidad, librando una guerra en pos del dominio político y económico de la región, pero con todos los indicios de un genocidio palestino. Wendy Loel, entrevistada por la BBC dice: “Aquí hay muchas cosas. En primer lugar, ellos saben que es un evento histórico, algo que merece la pena fotografiar. También hay una fascinación espeluznante con la violencia, con el sufrimiento, con el tipo de voyeurismo asociado a eso” (…) “¿Por qué alguien llegaría al lugar donde ha ocurrido un asesinato en masa y decidiría tomar fotos? También se debe al antisemitismo. Es por una sensación de triunfo porque si tú apoyas plenamente esa ideología y ese es tu espíritu de lucha, entonces estás viéndolo hacerse realidad en esta escena horrible. Si tú eres tan antisemita y crees en la ideología nazi, entonces estás fotografiando esto como un momento de triunfo”. Francamente no encuentro diferencia ninguna con lo que hacen hoy los soldados israelíes. De hecho, podríamos cambiar la palabra “antisemitismo” por “antipalestino” y la redacción se ajusta perfectamente al tema que tratamos en este momento. ¿Qué tal si lo pongo así?: “si tú eres tan antipalestino y crees en la ideología sionista, entonces estás fotografiando esto como un momento de triunfo”. Y sí, para estos soldados, es todo un triunfo.

El asunto es totalmente detestable se le vea por donde se le vea. No hay manera ya de justificar absolutamente nada de lo que está sucediendo en esa atroz guerra. Espero que todo este material pueda ser utilizado más adelante para llevar a estos abyectos sujetos y a sus líderes a juicio por cometer actos de genocidio y de lesa humanidad. También esperaría que estas imágenes y videos se integraran en nuevas salas en el Museo de la Memoria y Tolerancia para documentar y exhibir el genocidio palestino perpetrado por Israel. ¿O serán tan hipócritas que eso no se hará? Y vale preguntarse, ¿habrá indolencia por parte de los visitantes a esas salas tal como sucede con las otras del Holocausto judío? Seguro que sí; ya ahora existe esa indolencia por millones de usuarios de redes sociales en el mundo que les importa poco o nada lo que sucede en ese conflicto. Espero que el tiempo y la historia pongan en su justo lugar a estos genocidas y a su ejército que turistea en medio de la guerra.

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