Tenemos un presidente que “no
entiende que no entiende” y al parecer un expresidente que no entiende que nunca entendió lo que sigue sin
entender y nunca entenderá.
Felipe Calderón Hinojosa llegó a la presidencia de la República no solamente bajo una inmensa duda de fraude electoral sino también frente a una cantidad de promesas incumplidas. A recordar: prometió ser el presidente del empleo y concluyó su administración con más de 8 millones de mexicanos en el desempleo (Contralínea, 1 de mayo de 2012); prometió estabilizar la economía mexicana y durante su sexenio se dio el menor crecimiento en 24 años (La Jornada, 17 de noviembre de 2012); prometió bajar la tasa de impuesto sobre la renta y sin embargo esta pasó de 28 a 30 por ciento… eso sí, regresó 63 mil millones de pesos en impuestos a 20 grandes empresas (Proceso, 21 de febrero de 2013); prometió eliminar la tenencia vehicular y simplemente le tiró la bolita a los gobiernos estatales; prometió, prometió, prometió…
Pero lo que nunca prometió es que se enfrascaría en una guerra fallida contra el narcotráfico. Una guerra que no disminuyó el tráfico de drogas y que más allá de que según él íbamos “goleando al narcotráfico” las bajas se presume que superan a las 80 mil personas muertas (y ni para qué contar a los desaparecidos).
Terminó su gobierno, sumió al país en una mayor decadencia, se lavó las manos y se fue a Harvard quesque a hacer una estancia. No sufrió ni ha sufrido (y al parecer nunca sufrirá) ninguna de las realidades que azotan a nuestro país. Desde la distancia (aunque lo hiciera frente a los integrantes del Consejo Nacional del PAN) urgió a “una reconstrucción ética del partido para volver a hacer al Partido Acción Nacional un instrumento de transformación de la vida cívica del país” (Diario Crítico de México, 27 de enero de 2015)… a regresar al partido a los principios, los valores, al comportamiento ético irreprochable y tantas otras cosas más que pareciera no darse cuenta que él desde su gobierno se encargó de desaparecer.
Ayer (27 de enero), este personaje con tantos antecedentes durante y después de su sexenio, se apareció en Venezuela en un “ejercicio de hermandad y fraternidad” a solidarizarse con el pueblo venezolano. Se apareció para hablar de democracia y de libertad de expresión (¿cuántos fueron los periodistas asesinados en su sexenio?). Se apareció para decirle a Venezuela “no te rindas, la libertad está cerca” (El Universal, 27 de enero de 2015).
No lo sé… o este hombre sabe algo que nadie más sabe o es un sinvergüenza o simplemente no entiende que nunca entendió lo que sigue sin entender y nunca entenderá pero que yo espero que cada ciudadano de nuestro país sea capaz de interpretar.