“Amapolas
que en un suspiro se deshojan solas:
testimonios fehacientes de mi fe
rosas inmarcesibles… por un día
opio de teponaxtle y chirimía”
Invocación a la Virgen de Guadalupe
y a una señorita del mismo nombre: Guadalupe…
(poema de Renato Leduc)
La fe y las devociones de las personas y de los pueblos son incuestionables, porque corresponden a creencias arraigadas y a identidades religiosas definidas. Es el caso del “guadalupanismo” mexicano que es la devoción a la virgen de Guadalupe la cual adopta muchas formas, desde prácticas admitidas y reguladas por la Iglesia católica hasta manifestaciones individuales y colectivas del fervor popular[1]. Una vez que los invasores españoles dominaron, mediante la guerra, la mayor parte del territorio mesoamericano sometiendo a los mexicas y a otros grupos étnicos, implantaron la religión católica y combatieron despiadadamente las religiones de los nativos recurriendo a las torturas y al exterminio de la clase sacerdotal de los antiguos mexicanos, así como a sus más persistentes seguidores. Solo me referiré en este texto a la diosa Tonantzin, (del náhuatl to=”nuestro”, nantli=”madre” y tzin=diminutivo reverencial; es decir “nuestra venerable madre”, nombre genérico de deidad(es) importante(s) en la mitología mexica.
Todo empezó en un cerro
En vez de comenzar con la historia canónica de las apariciones de la virgen a un indio del pueblo de Cuautitlán, en el norte de la ciudad colonial de México, veamos qué había en el lugar donde inició el relato acerca de las manifestaciones marianas. Empezando con la geografía del lugar podemos decir que Tepeyácac o Tepeyac era un cerro con un pequeño poblado situado en el extremo sur de la sierra de Cuauhtépec, en la orilla misma del lago de Texcoco y por esta razón se encontraba unido con el norte de la ciudad de Tlatelolco por una calzada de aproximadamente 3 kilómetros de longitud. Por cierto, durante el sitio de Tenochtitlan, fue en ese lugar donde el soldado extremeño Gonzalo de Sandoval, allegado a Cortés.[2] instaló su campamento.
El culto prehispánico
En este sitio y en tiempos prehispánicos existía un adoratorio consistente en una pared rocosa donde se encontraban las esculturas o relieves correspondientes a dos deidades femeninas las cuales fueron representadas gráficamente en el llamado Códice Teotenantzin elaborado en papel europeo en la primera mitad del siglo xviii que, además de los dibujos de las diosas —hechos con la técnica de aguada—, contiene una glosa que explica la escena:
“Estas dos pinturas son unos diseños de la diosa q.e los indios nombraban Teotenantzin, que quiere decir Madre de los dioses, á quien en la gentilidad daban cultos en el serro de Tepeyacac, donde hoi lo tiene la Virgen de Guadalupe”.[3]
La identificación de las diosas ha sido difícil, pero algunos investigadores coinciden que son Tonantzin y Chalchiuhtlicue “madre de los dioses” y “diosa de los lagos y de los ríos” respectivamente, considerando sus principales advocaciones.
La evidencia documental acerca de la adoración prehispánica se remonta a las referencias de los cronistas del siglo xvi entre los cuales destaca fray Bernardino de Sahagún que en el apéndice del libro xi de su obra “Historia general de las cosas de la Nueva España” expone que:
“Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer solemnessacrificios, y que venían a ellos de muy lejas tierras”. El uno de éstos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeácac y los españoles llaman Tepeaquilla , y ahora se llama Ntra. Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejas tierras (…) y traían muchas ofrendas; venían hombres y mujeres, y mozos y mozas a estas fiestas; era grande el concurso de gente en estos días, y todos decían vamos a la fiesta de Tonantzin; y ahora que está edificada allí la Iglesia de Ntra. Señora de Guadalupe también la llaman Tonantzin (…) la cual devoción es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejas tierras a esta Tonantzin, como antiguamente” [4].
Sahagún además advertía que “…es cosa que se debía remediar, porque el propio nombre de la Madre de Dios Señora Nuestra no es Tonantzin, sino Dios y Nantzin; parece ésta invención satánica, para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin…”. Como comenta la doctora Ascensión Hernández en el “Kalendario mexicano latino y castellano” del Códice Florentino de Sahagún que: “Una tercera dissimulación [sic] es tomar el nombre de los ídolos y ponerles nombre cristiano como en el lugar de Santa María de Guadalupe, que ellos dicen vamos a Tonantzin” [5].
Además de Sahagún, los también franciscanos Antonio de Ciudad Real y fray Juan de Torquemada mencionan en sus respectivas obras[6] el culto a Ixpochtli (virgen o doncella) y Tonan (Nuestra madre). El sacerdote secular Jacinto de la Serna en su Manual de ministros de indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas[7] también consigna la adoración principal a Tonan y citado por el doctor Xavier Noguez en su artículo “El culto prehispánico en el Tepeyac”:
“En el cerro de Guadalupe, donde hoy es célebre [el] santuario de la VirgenSantísima de Guadalupe, tenían estos un ídolo de una diosa llamadaIlamatecuhtli o Cuzcamiauh , o por otro nombre, y el más ordinario que era Tonan a quien celebraban fiesta el mes llamado Titil , diez y siete de un calendario y diez y seis de otro; y cuando van a la fiesta de la Virgen Santísima, dicen que van a la fiesta de Totlazonatzin y la intención es dirigida a los maliciosos a su diosa , y no a la Virgen Santísima o a entre ambas intenciones: pensando que uno y otro se puede hacer”[8]
También puedes leer: ¡Jijos del mais!
Con estos testimonios históricos, la conclusión obvia es que en la antigüedad prehispánica era adorada una diosa principal con el nombre genérico de Tonantzin (Nuestra Madre) donde se erigió el santuario guadalupano. En tiempos recientes, el arqueólogo Francisco Rivas Castro reportó lo siguiente:
“El 16 de diciembre de 1999 fui comisionado para hacer una evaluación del estado de conservación de la Capilla de indios de la Villa de Guadalupe, ubicada en el costado oriente del cerro Tepeyac. Al hacer un recorrido por la periferia, atrás de Capuchinas en un afloramiento de roca andesita y desde el desplante del cerro, identifiqué los restos de una escultura. Pude observar una cabeza, un dorso y restos de las piernas (fotografías III y IV), hoy destruidas. Es importante aclarar que no se sabe con certeza donde estuvieron las famosas esculturas del Tepeyac; incluso se mencionaba que habían sido destruidas completamente por fray Juan de Zumárraga en la primera mitad del siglo XVI. Considero que fue en este lugar donde se ubicaban.”[9]
La religiosidad popular es el pilar fundamental del culto a la Virgen de Guadalupe y éste tiene innegables antecedentes mesoamericanos fundido en un peculiar sincretismo. Pero como afirma el sociólogo Bernardo Barranco y experto en religiones que:
“Es la fe de los sencillos que escapa al control eclesiástico. Es la práctica religiosade campesinos, indígenas, jornaleros, taxistas, albañiles y obreros que norequieren grandes doctrinas, de encíclicas ininteligibles ni de complejas ecuaciones teológicas. Es la fe de lo vivido, a través de expresiones simbólicas como la fiesta, la procesión, el festejo patronal, la peregrinación, los cultos en familia. Son prácticas de fe, de sensibilidad popular, en las que se construyen de manera dinámica la adhesión a la advocación mariana.”[10]
Estamos hechos del mismo barro, pero no es lo mismo bacín que jarro
Algunas personas del “medio pelo” ponen cierta distancia respecto de la devoción y de las prácticas populares del culto a la Guadalupana, porque consideran que esas manifestaciones son cosas de nacos, de indios o de chairos. Los prejuicios raciales y de clase que, frecuentemente van unidos, están por encima de cualquier consideración a la “Patrona de América”. Pese a todo, cada 12 de diciembre se seguirá llevando a cabo el “gran mitote” en honor de Guadalupe-Ton.
Te podría interesar: ¡Jijos del mais! (II)
[1] Gimenez Gilberto. Cultura Popular y Religión en el Anáhuac. México: Ed. Centro de Estudios Ecuménicos a.c., 1978, 270 p.
[2] González Aparicio, Luis. “Tepeyácac” p. 83. En Plano reconstructivo de le región de Tenochtitlan. México: sep-inah, 2ª ed., 97 p. más 26 p. s/n. 1980
[3] López Luján, Leonardo/ Xavier Noguez. “El códice de Teotenantzin y las imágenes prehispánicas de la Sierra de Guadalupe, México”. [Recurso digital consultado: diciembre de 2022]. https://www.mesoweb.com/es/articulos/sub/Teotenantzin.pdf
[4] Sahagún, Bernardino de fray. “Apéndice Lib xi, (704-705 p.)”. En Historia General de las Cosas de la Nueva España. México: Ed. Porrúa, colec. “Sepan cuantos…”, 1975, 1093 p.
[5] Hernández de León-Portilla, Ascensión. “Kalendario mexicano, latino y castellano”. En Cantares mexicanos iii. Primera edición electrónica en PDF, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Instituto de Investigaciones Filológicas, Coordinación de Humanidades, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Fideicomiso Teixidor, 2020, 25.6 MB, ilustraciones. https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/550t4/cantares_mexicanos.html
[6] Ciudad Real, Antonio de. Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España. Torquemada, Juan fray. Monarquía Indiana.
[7] Serna, Jacinto de la. Manual de ministros de indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas. [Recurso digital consultado en: noviembre de 2022]. https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/6632
[8] Noguez, Xavier. “El culto prehispánico en el Tepeyac”. 50-55 p. En Revista Arqueología Mexicana, No 20, julio-agosto, vol. IV. 1996
[9] Rivas Castro, Francisco. “Nuevos datos arqueológicos del culto a deidades femeninas y masculinas e los cerros del Tepeyac, Zacahuitzco y Yohualtecatl”. Cuicuilco Revista de Ciencias Antropológicas, 7 (20), 13–32. [Recurso digital consultado: mayo de 2023] https://revistas.inah.gob.mx/index.php/cuicuilco/article/view/20445
[10] Barranco V. Bernardo. “Los significados de Tonantzin Guadalupe”. Periódico La Jornada, miércoles 8 de diciembre de 2021. [Recurso digital consultado: 9 de diciembre de 2021]. https://www.jornada.com.mx/2021/12/08/opinion/022a2pol