Lunes, diciembre 2, 2024

Tomar un sueño por asalto (en bicicleta)

Destacamos

La bicicleta es un vehículo curioso.

El conductor es el motor.

John Haward

Ciclista olímpico

Despertamos a las 6:20 de la mañana del domingo, estamos en la ciudad de Oaxaca, nos levantamos con energía y con las expectativas altas. Hoy vamos a recorrer más de 60 kilómetros en bicicleta desde nuestro hotel hasta Hierve el Agua. Dos años de pandemia han postergado este momento, no obstante, hoy vamos a tomar un sueño por asalto.

Nos alistamos, hay que hacer calentamiento, cuello, hombros, cadera y piernas. Sacamos las bicis de la habitación, una llanta está ponchada, al vuelo comenzamos a parcharla, no queremos volverla un mal augurio. A las 7 am todo comienza, nos montamos en la bici, así comienza todo, arriba de una bici.

Hemos llegado dos días antes a la ciudad; incluso el sábado hicimos un reconocimiento de la ruta yendo hasta Santa María del Tule, poco más de 10 kilómetros al regreso; por supuesto, recorrimos el centro de Oaxaca. Esta es la magia del sueño, cuando lo buscas encuentras cosas que no esperabas; cualquier ciclista sabe que pedalear allá donde nunca lo has hecho, es el más poderoso combustible de todos. Una bicicleta entonces, es un gran invento, porque te hace volar allá donde te encuentres y nosotros nunca habíamos volado sobre las calles de Oaxaca.

bicicleta

Foto. Guillermo Rivera Ariza

Así que nuestra mañana del domingo comienza temprano tomando la carretera nacional, primero hacia El Tule (10 km), después a Tlacolula (20 km), Mitla (13 km), Xaagá (4 km) y finalmente Roaguía (12 km). Esta es nuestra ruta, la hemos prácticamente memorizado, porque no hay más información que los mapas y los viajes previos, que no son ni muchos ni muy detallados. El mundo se mira diferente desde una bicicleta. La travesía puede agrupar los tramos que cruzamos en carreteras hasta Mitla; donde nos desviamos ya por un camino más rural hacia Xaagá. En este primer bloque avanzamos raudos sobre el asfalto, encontramos varios grupos de ciclistas en el camino, a unos los alcanzamos, otros nos rebasan, dan ganas de acompañarles, pero mantenemos nuestra concentración y nuestro ritmo fijos hacia Hierbe el Agua.

Foto. José Jiménez

Allende el camino comienzan a despuntar los cerros del Valle de Mitla, atrás quedó Oaxaca, estamos en medio de todo lo desconocido; sólo nuestras bicis nos amparan, sólo nuestras piernas nos van a sacar de aquí. Cuando encontramos la desviación hacía Xaagá nos relajamos, ya no hay que preocuparse tanto por los automóviles y camiones como en la carretera, además, hemos cubierto la mayoría del camino. En este punto, para ser honestos, nos hemos sentido confiados; traemos a cuestas más de 45 km y un excelente tiempo, a este ritmo, en menos de una hora habremos llegado. Ya saben lo que dicen: ¿quieres hacer reír a Dios?

Apenas llegamos a Xaagá y parece que alguien elevó el camino, esta es la sierra, una inclinación que literalmente nos derribó, hicimos bien en no corretear a los otros ciclistas; estamos al pie del camino, la temperatura ronda los 28° centígrados. Avanzar 50 metros arriba de la bicicleta requiere un esfuerzo titánico. De verdad que la realidad nos hace asimilar que estamos experimentado el todo en la parte; el suelo arcilloso, como si pedalearas sobre amaranto, la soberbia inclinación, tu peso es tu principal rival, el sol en abierta ofensiva, la escasez: tus recursos se han agotado; esta ruta requería mayor aprovisionamiento de líquidos. Este es el verdadero combate estamos en el kilometro 50, ¡tan cerca!

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Foto. Patricia Meza Rivera

Damos la palea, peleamos, pedaleada tras pedaleada, pedaleamos contra nosotros mismos. Ese todo quiere rendirnos, pero nosotros, milimétricas unidades, vamos a poner a prueba nuestra voluntad contra la del Cerro. Ponemos metas pequeñas como llegar a la siguiente curva (400 metros), luego a la siguiente y a la siguiente.

Contamos el kilometraje, nos aferramos a la idea de que faltan menos de 8 kilómetros. Miras arriba, el cerro ya no crece más, ya no puede prolongarse la subida; podemos resistir más, podemos llegar a la cresta, estas a 5 kilómetros de alcanzar un sueño. Este es un punto donde ya no te puedes rendir. Murakami dice que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Así que toma ese dolor y alégrate porque sientes las piernas, ponemos la mirada al frente y pedaleamos, una y otra vez, pedaleamos como si fuéramos al encuentro de nuestro mismísimo destino.

 

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Foto. Patricia Meza Rivera

A estas alturas no toleramos tener el casco puesto; cualquier objeto que pese más que el sudor es demasiado.  Los guantes abandonados hace tiempo, las manos ya no las sentimos, los dedos están petrificados, vamos sujetos del manubrio con todas las fuerzas de la vida. Avanzamos de a poco, hacemos una parada para descansar e hidratarnos, pero el agua se terminó. La única vía es avanzar.

Recuerdas y vives, hoy haremos nuestra parte de la historia, porque cualquier sueño, para el soñador es ¡la patria de la victoria! ¡Cum laude! Así que respiramos, pisamos un pedal abajo y el otro arriba alternativamente. Las llantas se barren debajo de ti, desafías piedras demasiado diminutas, la bici derrapa, buena parte de tu porcentaje de empuje merma. Pero tienes que llegar!

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Foto. Patricia Meza Rivera

Hasta que se termina el cerro, ya no hay más camino hacía arriba; estas a 4 km de tu destino, tienes tu bici y frente a ti se extiende la pendiente, tienes sed, pero comienzas a saborear una victoria. Sí, lo más difícil, ya pasó. Comenzamos a bajar, descendemos a 50 km/h. la bici tiembla debajo de nosotros, manubrio y freno nunca los soltamos, los pies bien plantados sobre los pedales, un segundo de descuido e impactamos contra el muro de rocas del Cerro o de lleno contra el acantilado.

Bajas gritando, aullando el gusto de un camino nuevo en compañía de tus amigo y de tu bicicleta, todo esto empezó hace mucho tiempo, cuando fuimos niños y aprendimos a pedalear, hoy hemos llegado hasta aquí, pero no sabemos donde podríamos amanecer mañana. En el Club nos han respaldado en esta aventura, sólo el tiempo dirá en cuántas otras más; porque sin el apoyo de nuestros amigos Paty y Jorge, Pepe y W. no habríamos podido mantener las condiciones mínimas de seguridad en el recorrido, ellos fueron nuestro auto piloto, nuestro resguardo, nuestros fotógrafos y también ¡nuestra porra! ¡Gracias!

Foto. Guillermo Rivera Ariza

Reconstruir la historia en verdad es reconstruirnos, no solo se trata de recordar los hechos, sino de verlos en perspectiva, es muy difícil mirar el presente, está sucediendo tan rápido, los sentidos no bastan. Apenas y podemos registrarlo, lo hacemos historia, nos hacemos historia. En cambio al pasado se le puede repasar con calma, avanzas y reviras como en una película que te sabes muy bien. Revivir los momentos, como luego nos dicen, nos alimenta la emoción de volver a vivir nuevas aventuras, dignas de ser contadas, compartidas y ¡mil veces disfrutadas! Son las 23:30 cuando apagas las luces y te metes en la cama, duermes al instante; temprano el lunes comienzas a pestañear, ya hay luz. Te incorporas, en el suelo buscas tu maleta a medio deshacer, abres la galería de tu teléfono, ahí estás, ahí estamos; no lo soñaste ¿o si?

En el club Ixpomalin comenzaremos curso de Montaña el próximo 30 de Agosto, si estás interesado búscanos en redes sociales: https://www.facebook.com/groups/133893606733688/

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