En la Ciudad de México, la reanudación de un proyecto controvertido que pretende la construcción de un nuevo aeropuerto alimenta conflictos territoriales
Por Anke Schwarz y Monika Streule
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Los mega proyectos de infraestructura en México con regularidad provocan resistencias locales. La controversia actual sobre la construcción prevista de un nuevo gran aeropuerto plantea preguntas sobre el desarrollo de la metrópoli mexicana de ahora en adelante. Una mirada hacia la periferia urbana lo pone en evidencia: La urbanización tiene caras múltiples. La Ciudad de México se crea día a día y no se le desarrolla en el tablero de dibujo.
Atrás de la fachada de color mar verde de una residencia de la época moderna mexicana de los años 1930 se encuentra el taller de arquitectura TAX. El espacio exterior, diseñado con precisión y con muchas plantas, simboliza el programa de la oficina dirigida por el arquitecto Alberto Kalach. Según las visiones de Kalach, se establecerá un paisaje de lagos paradisíacos en el oriente de la Ciudad de México, en el terreno estepario del ex lago de Texcoco. El lago remodelado será tres veces más grande que la bahía de Acapulco, con orillas urbanizadas con una longitud de 80 kilómetros en total más un aeropuerto internacional. El proyecto Ciudad Futura pretende devolver el lago a la metrópoli y así generar un contrapunto al “desarrollo urbano de México que sufre de una planificación fracasada desde hace décadas y que se encuentra completamente fuera de control.” El motivo actual es la reanudación del plan de un nuevo aeropuerto internacional para la Ciudad de México (NAICM). Se construirá nada menos que un nuevo centro de conexión (hub aeroportuario) para toda la región de las Américas. “Si van a realizar el proyecto de manera inteligente”, nos comenta Kalach evidentemente entusiasmado, “todo el perímetro del lago y todo el borde del lago se va a convertir en una zona de desarrollo inmobiliario. Desarrollo urbano pegado al lago, con unas vistas maravillosas al agua”.
Punto ciego: El ex lago de Texcoco
Pero ¿sobre cuál terreno florece esta visión de la ciudad? En cualquier mapa de la Ciudad de México, esta llanura polvorienta que tiene más que 15000 hectáreas y antiguamente formaba el lago de Texcoco aparece como una mancha blanca. Una vez examinado el lugar en sito, tal punto ciego cartográfico sin embargo se convierte en un paisaje algo austero pero de usos múltiples. Hasta principios del siglo XVIII aquí se extendió el lago Texcoco como el más grande de un grupo de lagos vastos. En la actualidad, en el paisaje cárstico se encuentran tanto tierras ejidales, proyectos de reforestación y zonas de inundación, como basureros ilegales. Al mismo tiempo, hay ahí terrenos que se ocupan de manera orquestada, a veces incluso violenta, por organizaciones como Antorcha Popular para asentamientos precarios e informales, mientras que otras se usan para la construcción de viviendas sociales de mala calidad, por constructoras privadas como Casas GEO y ARA. El hecho de que el terreno del ex lago hasta hoy se quedó en su mayor parte sin edificar, a pesar de una presión urbana inmensa, se debe en parte al establecimiento de una zona federal de retención. Esta se instaló en los años 1970 a raíz de las inundaciones masivas y tolvaneras intensas, las que en diferentes ocasiones afectaron hasta el mismo Centro Histórico de la ciudad. El vaso del antiguo lago, cuyo último resto fue drenado entre los años 1960 y 1980, se encuentra a sólo diez kilómetros en línea recta del Zócalo de la Ciudad de México. Considerando la centralidad y el tamaño de la zona, no es de asombrar que el proyecto del nuevo aeropuerto se planee aquí.
¿Una pista de aterrizaje en el lago, campos de maíz o un mar de casas?
Ciudad Futura, sin embargo, no es el único mega proyecto que se interesa por la llanura de Texcoco. Ahí se lucha por un territorio deseado por muchos, y este mismo está utilizado de maneras más heterogéneas. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) por ejemplo, quiere establecer un papel pionero a nivel internacional de la Ciudad de México como una mega ciudad sustentable, proyectando un parque municipal gigantesco. Una característica común de tales proyectos es que pretenden entrar a la competencia mundial entre ciudades. Empleando planes “bonitos” para un mejor futuro de la ciudad, así, se presentaron por ejemplo en la XVI Conferencia sobre el Cambio Climático en Cancún, y en exposiciones de arquitectura de prestigio como la Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia. Mientras las propuestas de proyecto reciben aplauso en la escena internacional, no tienen la bienvenida alegre en todas partes.
“Estos proyectos no son para nosotros” comenta Trinidad Ramírez. Madre de tres hijos adolescentes, es una figura central del Frente de Pueblos por la Defensa de la Tierra (FPDT) en San Salvador Atenco. “Todo sale de la tierra, todo lo produce la tierra, y para nosotros todo lo que tenemos ha venido de la tierra en donde quieren construir. Por eso queda claro para nosotros: No está en venta.” Doña Trini, como la conocen en el movimiento social, está sentada en el sofá en su sala y cuenta de su lucha que ya dura más de trece años, empezando desde que los habitantes del municipio San Salvador Atenco se opusieron con éxito a la expropiación de sus tierras ejidales para la construcción de un nuevo aeropuerto internacional para la Ciudad de México. Con el proyecto de construcción actual, el gobierno federal de nuevo pone la mira sobre las tierras ejidales. Para la FPDT, la tierra también tiene un valor moral: “Aquí están nuestras raíces; aquí hemos pasado alegrías y también muchas tristezas”. Como Trini aclara, la resistencia a los megaproyectos se motiva por mucho más que sus terrenos cultivables o campos: “Es una resistencia por algo que consideramos que nos pertenece, tan simple como es la libertad. La libertad de todo un pueblo, la libertad de esta región que nos permite contenerla con tener la tierra. Eso es la libertad: porque tenemos tierra.”
A diferencia a otros municipios en las afueras de Ciudad de México que ya están urbanizados completamente, en Atenco, los cultivos de maíz, frijoles y cilantro definen la imagen de la tierra ejidal, atravesada por canales de riego. La peculiaridad de los ejidos, que son protegidos por la Constitución a raíz de la revolución de 1917, es la propiedad de la tierra colectiva con derechos de uso individual. Desde una reforma a las leyes ejidales a inicios de los 1990as, los terrenos ejidales se pueden vender, más solamente a través de una decisión colectiva de la asamblea ejidal. “Estamos conscientes de que la mancha urbana viene”, resume Ramírez. Pero los habitantes del pueblo quieren dirigir el proceso ellos mismos, basándolo en sus necesidades. Muchas veces, las tierras son los únicos bienes de las familias y así mismo son las herencias únicas para las generaciones futuras. Se podrían usar no solamente para la agricultura sino también como una reserva de terrenos edificables.
Recalentando los planes para un nuevo aeropuerto
Adentro de la oficina de TAX se trabaja diligentemente en Ciudad Futura: visualizaciones futurísticas de tamaño de pared del lago y de su pieza central, el nuevo aeropuerto ubicado sobre una isla artificial. Sin duda, el aeropuerto es la parte esencial del proyecto que fue concebido y siempre perfeccionado desde hace más que quince años por Kalach y sus colegas, entre ellos el célebre arquitecto mexicano Teodoro González de León. El presidente Peña Nieto define la construcción de este aeropuerto como uno de los proyectos de infraestructura de más alta prioridad del presente sexenio. Ingenieros Civiles Asociados (ICA), una empresa con mucha influencia política, que desde su fundación en 1947 lleva a cabo la mayoría de los proyectos públicos relevantes, también respalda al proyecto de Kalach. Si el proyecto NAICM realmente se realizara, es muy probable que ICA obtendrá el contrato de obras.
Con el NAICM surgió nuevamente un tema a la luz, que desde los años 1960 una y otra vez estaba en la agenda política. Ya entonces, en los escenarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes pronosticaba a mediano plazo el colapso total del aeropuerto capitalino – situación que de hecho hasta hoy en día no se ha dado. Al comienzo del sexenio de Vicente Fox, en el año 2000, el proyecto estaba por primera vez al punto de su ejecución. Sin embargo, tras de la movilización masiva de los campesinos y ejidatarios de San Salvador Atenco en contra del plan de la expropiación de sus tierras, Fox se vio obligado a cancelar el proyecto del aeropuerto en el 2001. A través de guardar el plan para la construcción del aeropuerto en el cajón, formalmente se pacificó el conflicto durante un tiempo. Pero la represión masiva en Atenco en el año 2006 dio fin a la aparente tranquilidad, ganando la atención de la prensa a nivel nacional e internacional. El conflicto latente entre los campesinos organizados en el FPDT y el gobierno pasó a mayores: El gobierno del Estado de México bajo el mando del entonces gobernador Peña Nieto envió y reprimió con 3000 policías a la resistencia en Atenco. El balance de esta operación policial masiva fue de dos muertos, cientos de heridos y detenidos, y graves violaciones de los derechos humanos. No fue hasta julio del 2010, cuando absolvieron a los últimos doce presos, entre ellos varias figuras destacadas del FPDT. Sin embargo, hasta hoy los represores no han sido procesados, a pesar de la intervención de la Comisión de Derechos Humanos de México y las protestas internacionales.
El silencio engañoso ha terminado
Otoño del 2013: El sol invernal quema, en las paredes, frases de la campaña electoral para el comité ejidal pierden su color. En San Salvador Atenco todo parece tranquilo pero el ambiente es tenso. Con la calma de una luchadora cansada, Trinidad Ramírez espera al próximo “golpe de la bestia”. El gobierno oculta bien sus intenciones, tratando de usar nuevas estrategias sin cesar. Frecuentemente envía a otras personas al pueblo para empujar la venta de terrenos. A finales de octubre del 2013 el PRI ganó a través de la compra de votos las elecciones del comité ejidal. Desde hace más de una década, el ente representativo de los más de 950 ejidatarios estaba a cargo de personas leales al FDPT. Según testimonios, durante la última elección, los votos a favor del candidato priista se compraron a 2500 MXN: nada nuevo en el país de la revolución institucionalizada.
A principios de diciembre del 2013 la tensión finalmente estalla: con toda prisa, seguidores del PRI borran el mural en la pared de la sala de encuentro del pueblo, un símbolo internacional de la resistencia de Atenco y de la FPDT. Resguardado por la policía comunal, el rostro del revolucionario Emiliano Zapata desaparece bajo una capa de pintura blanca. Es un intento provocativo de borrar a la memoria, de violar a la historia y de preparar al mismo tiempo el terreno para más represiones. Ya desde hace tiempo se opera en Atenco en varios frentes. Individuos se ven presionados uno por uno a vender sus tierras mientras que ya se han construido vías de acceso y carreteras de circunvalación importantes, todas vinculadas al proyecto original del nuevo aeropuerto. Desde 2008 – simultáneo con la publicación de un estudio de viabilidad del NAICM – el gobierno Federal empezó a comprar grandes terrenos en el vaso del ex-lago de Texcoco a través de CONAGUA. Oficialmente estos terrenos se usarán para el proyecto Zona de Mitigación y Rescate Ecológico. Actualmente, como comprador de terrenos ejidales en Atenco ya no se presenta CONAGUA sino directamente ICA. Ahora se habla abiertamente de que estos lotes se usarán para el proyecto de Ciudad Futura. Tomando en cuenta el plan de urbanizar por lo menos 1500 hectáreas del ejido de San Salvador Atenco en el marco de tal proyecto, el deseo del arquitecto responsable del proyecto, Kalach, de que está vez el gobierno “podrá evitar un conflicto abierto” parecía una ilusión desde un inicio. No solamente la destrucción del mural lo indica. A principios de junio del 2014 se abrió el camino a la venta de los terrenos ejidales en una reunión ejidal organizada por el nuevo comité, la cual fue criticada por el FPDT de ser irregular e ilegal.
Contradicciones, contradicciones
Ya sea un parque urbano, el desarrollo urbano en las orillas del lago remodelado, o el aeropuerto: A pesar de una apariencia tan diversa, los diseños para la zona del antiguo Lago de Texcoco al final sirven a la misma visión para la llamada “ciudad pos apocalíptica”. El discurso está dominado por los lemas de sustentabilidad y ecología, pero sobre todo por la idea nostálgica de recuperar un patrimonio natural perdido. Los folletos de todos los proyectos sobre el ex-lago por ende, muestran los típicos renderings casi despoblados, donde una vegetación abundante se refleja en las fachadas brillantes de los rascacielos.
Al mismo tiempo, estas representaciones digitales no hacen mención ninguna de los existentes usos de suelo en la zona, tales como la agricultura extensiva, los que también se podrían etiquetar como sustentables. Al contrario, los planes califican la zona del ex lago como marginal, descuidada y afectada por tolvaneras, afirmando que ahí la calidad de vida por lo general es malísima. Siguiendo esta lógica, hasta la construcción de un aeropuerto internacional se convierte en una visión verde: “El aeropuerto con una superficie de 5 mil hectáreas de pastos y lagos sin edificar, es una doble oportunidad para preservar un gran espacio abierto sin población y darle una dinámica interesante a la ciudad”, según el arquitecto Kalach. Sin duda alguna, un proyecto urbanístico del tamaño de un aeropuerto funciona como motor del desarrollo urbano: la inversión en la infraestructura ofrece lucros considerables para el sector inmobiliario ya que previsiblemente aumenta el valor del suelo. Queda muy poco claro de qué manera un tal “verdadero corazón de la actividad económica” como el nuevo aeropuerto, generando una presión de urbanizar, será compatible con los declarados fines de sustentabilidad y conservación del medio ambiente. “Hay intereses inmobiliarios enormes alrededor del proyecto del aeropuerto. Esto también explica por qué van a retomar el mismo proyecto que ya ha fracasado una vez”, explica Roberto Eibenschutz, coordinador del Programa Universitario de Estudios Metropolitanos, UAM Xochimilco. Junto con la cercanía del Estado de México al poder, son los intereses de los mismos terratenientes privados de antes los que hoy en día hacen muy probable la realización del proyecto de NAICM.
El futuro aún no está escrito
El lugar donde realmente se va a construir el nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, sigue siendo indeterminado. El gobierno públicamente mantiene un perfil bajo mientras que parece coquetear con un arreglo a la primera vista defensivo: construir las pistas de aterrizaje en la misma zona federal del vaso de Texcoco. Aunque de esta manera se evita un conflicto abierto sobre la construcción del aeropuerto, aún queda sin decidirse el debate sobre la urbanización en el territorio del ex lago. Sobre todo los y las que viven alrededor del antiguo vaso del lago a menudo confrontan a las visiones urbanísticas con su propia vida cotidiana, ya que tales ideas están muchas veces completamente desvinculados de su realidad. Los campesinos y las campesinas de Atenco se oponen al nuevo intento federal y estatal de quitarles sus terrenos. Tras la destrucción del mural, el diciembre pasado, aclararon a la prensa: “CONAGUA no ha podido imponer la mentira de su proyecto ecológico, ni los proyectistas de Ciudad Futura – que son los mismos – han convencido a la gente de que lo mejor es renunciar al agua, al suelo fértil, para convertirlo en planchas de asfalto y pajareras como viviendas.” El urbanista Eibenschutz también se alborota: “Ciudad Futura es una vergüenza nacional, un fraude muy bien orquestado”. “Por supuesto”, comenta, “la idea de un lago para la Ciudad de México suena romántico. Pero eso sería una locura – quizá ni tanto por el aeropuerto mismo, sino por el desarrollo urbano que se va a generar. Con la retórica sobre el medio ambiente y la sostenibilidad ecológica se trata de endosar al público todo el paquete, sin que ellos se dieran cuenta”. En San Salvador Atenco, hoy en día, no solo se lucha por mantener el actual uso de suelo, sino también por estilos y proyectos de vida diferentes, tanto como por la historia y el futuro de la ciudad.
[Un artículo sobre la misma temática se publicó en el mes de Mayo de 2014 en un periódico alemán.]