Centenares de habitantes de la población de San Miguel Tecuanipa, Tochimilco, Puebla, se trasladaron las última semanas hasta un lugar que dista casi una hora a pie desde la localidad, que es el manantial que los abastece y que quedó sepultado por un derrumbe ocurrido debido al sismo del 19 de septiembre pasado. A pesar de los muchos días que un promedio de 300 hombres por jornada ha trabajado en ello, no ha sido posible descubrir los veneros y las obras de captación que allí están sepultados, ya que la cantidad de material que tienen encima es enorme, más de mil metros cúbicos, unas mil toneladas, según un cálculo de Samuel Contreras, investigador del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder) de la Universidad Autónoma de Puebla.
Tampoco es posible hacer llegar maquinaria adecuada porque no existe camino; se trata de un complejo entramado de barrancas a las que únicamente se llega a pie o con bestias de carga. Con palas, picos y botes acarrean la tierra que van quitando; además de estar tapada la fuente de agua, los tubos de conducción y las mangueras se han cortado en diferentes puntos de su recorrido hasta el pueblo. El sistema está colapsado hace más de 40 días. El pronóstico de cuándo estará descubierto el manantial es absolutamente incierto, por lo que la comunidad se encuentra muy preocupada. Los lugareños han tratado de utilizar otro manantial, pero no ha sido posible.
Trabajadores de la Comisión Nacional del Agua y del Sistema Operador de Agua Potable del estado han visitado el lugar, pero para sus habitantes no está claro qué harán estas dependencias; sus funcionarios prometen regresar para atender el problema, pero no lo han hecho. Extraoficialmente, en las oficinas hablan de que los arreglos tardarán un mes, que enviarán maquinaria al lugar y que todo es problema de una manguera. Esto refleja que no conocen el caso.
Como en casi todos los pueblos damnificados, Tecuanipa recibió una considerable cantidad de víveres como ayuda de la gente, entre ellos agua embotellada; sin embargo, además de no ser suficiente, el almacenamiento de la misma no fue el adecuado y mucha de ella se quedó bajo el rayo de sol, estropeándose, según afirman algunos pobladores.
Han llegado pipas del gobierno y de organizaciones sociales para abastecerlos, pero no es potable, aseguran; sin embargo, la gente se la ha tenido que tomar por no contar con otra. Se han reportado problemas digestivos y hasta alergias entre varias personas, y algunos consideran que es por el agua que se ven obligados a ingerir. Esto, sin embargo, necesitan comprobarlo los médicos.
La comunidad reanudará sus trabajos este lunes 30 de octubre con la decisión de recuperar su histórica fuente de aprovisionamiento.