Saberes locales, bioculturalidad, territorio, yeknemilis –buen vivir–, gestión territorial, comunidades, identidad biocultural, patrimonio biocultural, narrativa, lenguas vivas y experiencias alimentarias. Esos, son algunos conceptos presentes y entrelazados en el número 56 de la revista Spinor, que da un abordaje a la formación de gestores del territorio.
Bioculturalidad: saberes locales y gestión territorial del buen vivir es el título del número más reciente de la publicación bimestral editada por la Dirección General de Divulgación Científica de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado (VIEP) de la UAP, disponible para su lectura en el sitio electrónico https://spinor.buap.mx/.
Como anota María Yadira Rosas Bravo, investigadora de la Escuela de Desarrollo de Habilidades Científicas y de in Innovación de la propia VIEP, este número especial de la revista Spinor está dedicado al esfuerzo que la UAP, hace para formar gestores del territorio. “Se presentan historias las historias de los hombres y de las mujeres, quienes se están preparando para entender, respetar y contribuir a la construcción del conocimiento, fruto del diálogo de saberes, tanto social como científico”.
Indica que los nueve artículos contenidos en la publicación, escritos por 16 autores, forman parte de “una misma comunidad”, por lo que cada uno de sus textos, forman parte de “un diálogo entre quien escribe y quien lee, pero también como una forma de reconocer las vidas de quienes enseñan y quienes aprenden”.
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De paso, Rosas Bravo llama a conocer la trayectoria de la licenciatura en Gestión territorial e identidad biocultural “desde su planteamiento, pasando por diversas experiencias formativas ante los conocimientos tanto académicos como de las demás dimensiones humanas”. Distingue que esta carrera “se distingue de los demás programas académicos, en que sus estudiantes están siendo preparados, intencional y esperanzadoramente, cambiar a nuestro país”.
La revista Spinor abre con el artículo El modelo educativo y la razón de ser de la licenciatura en Gestión territorial e identidad biocultural, autoría de Alba Salgado y Luis Enrique Fernández, alumna y coordinador de esta carrera del Complejo Regional Biocultural de la UAP. En su texto, señalan que la propuesta de este programa académico que considera “las problemáticas relativas a la gestión del territorio a través de una perspectiva biocultural de tal suerte que se formen, de forma sólida, los profesionistas encargados de proponer y guiar los procesos locales de construcción y defensa del patrimonio biocultural”. A la par, expone los aprendizajes dejados tras seis años de experiencia de esta licenciatura.
Sigue con Diálogo de saberes en los procesos de enseñanza aprendizaje para la gestión biocultural, de Leopoldo Vázquez, Pascual Diego Peralta, y Luis Enrique Fernández, en el que ahondan sobre esa forma de “relacionar estudiantes, docentes y comunidad”, para que “el sujeto exprese su saber frente al saber del otro y de lo otro, pues la realidad vivida se debe incorporar a la escuela a través de sus costumbres, hábitos, creencias y saber popular”. Así, anotan como reflexión final, “el diálogo de saberes implica la búsqueda reflexiva de puntos de encuentro y divergencia de cosmovisiones, conceptos y prácticas que han sido construidas colectivamente bajo racionalidades, diferentes o no, y que resultan en nuevos saberes que enriquecen a las culturas involucradas”.
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La publicación continúa con los artículos El inglés como herramienta identitaria y de diálogo, de Alba Salgado, Cresencio Diego Colapata, Olga Aída Escobedo y Eva Estefanía Trujeque, así como Las lenguas vivas en la universidad, náhuatl y totonaco de la sierra nororiental de Puebla, escrito por Sofía Ximena García- Aguirrel, Guadalupe López y Pascual Diego Peralta. En el primero, se da cuenta cómo “la experiencia de aprender y enseñar una lengua extranjera puede tomar diferentes caminos y significados para quienes hemos emprendido esta aventura y, en este escenario, el inglés se ha convertido en un medio clave de comunicación a lo largo de la vida escolar, en respuesta a cambios macroeconómicos que permean en el currículo”. En el otro, en cambio, se da cuenta como “la revitalización de la cultura local es un punto clave para el yeknemilis de las comunidades que hacen parte del territorio de Cuetzalan”.
A la lectura se suma el artículo Experiencias alimentarias bioculturales de estudiantes en Gestión territorial en Cuetzalan, Puebla: la narrativa como resultado, un texto compilado por Brenda S. Ramírez-Dominguez, que recupera las historias, algunas de la tradición oral, que “son esenciales para conectar, sistematizar y crear conocimiento de manera colectiva y pueden ser una herramienta desde la investigación cualitativa”. Aparecen “los quelites como símbolo de resiliencia en Tzinacapan”, “el fogón de mamá y la milpa de papá”, “el maíz, mi hogar y mi tierra”, o “los chayotes de mi abuela, herencia cultural”, entre otros.
Mientras que en el texto El corazón de la licenciatura en Gestión territorial, los viajes como metodología de aprendizaje, escrito por Biviana Vázquez, Luis Miguel Mendoza, Monserat Cárcamo y Leopoldo Vázquez, que da cuenta del viajes que alumnos hicieron al sureste para conocer los sistemas de organización, sostenibilidad y producción de grupos comunitarios que trabajan de manera colectiva desde sus territorios y crean nuevas formas de producción.
Luego, en De eso se trata la vida. Historias de las y los estudiantes de la licenciatura, aportación de Brenda S. Ramírez, Monserrat Cárcamo, David Gibrán García y Luis Miguel Mendoza, quienes reflexionan cómo “las historias de vida nos permiten conocernos, conocer al otro y al territorio o territorios en los que habitamos”, por tanto, anotan que este apartado tiene la intención de compartir parte de las historias de vida de los estudiantes de la licenciatura en los pueblos de la Sierra Nororiental del estado de Puebla y su paso por la licenciatura.
El penúltimo texto, Aprender haciendo gestión territorial: los proyectos desde y con las comunidades, escrito por Brenda S. Ramírez, Olga Aida Escobedo y Reyes Jaime, da cuenta sobre cómo esta carrera universitaria les ha permitido, por medio de su sistema modular, “identificar y afrontar los problemas reales de las comunidades, dentro y fuera del territorio”, considerando además que este modelo les “permite comprender teóricamente una problemática central, pero también nos exige, de alguna manera, conectar con las personas y toda las experiencias de vida” que comparten las comunidades.
El número 56 de la revista Spinor cierra con la colaboración de Eckart Boege, reconocido antropólogo social e investigador emérito del INAH, que participa activamente en trabajos colaborativos con la Unión de Cooperativas Tosepan Titaniske, en la construcción de El códice masewal, un plan de vida para los próximos 40 años. En su texto, El programa de gestión biocultural del territorio, un ejemplo de formación comprometida con los territorios de pueblos originarios, da cuenta cómo “la gestión territorial del patrimonio biocultural en los territorios masewal, tutunaku, ñaño, tepehua y mestizo, representa grandes retos inéditos para la academia”, ello, explica, porqué “formar intelectuales orgánicos, hijos e hijas indígenas a la gestión biocultural del territorio no es una tarea sencilla”, pues cada una de las personas estudiantes de este proceso trae su experiencia biocultural”.